Nuestro
objetivo era dormir en Flores, la población de donde
se sale a Tikal. Pero nosotros al llegar un poco tarde no
alcanzamos el último camión y tuvimos que irnos en una camioneta
transportando turistas desde Chetumal
a Flores, y un amigo del chofer nos metió de contrabando,
claro con una lanita de por medio.Ahí iban dos españolas
de las que en cinco minutos ya éramos amigos íntimos, hablamos
desde Pedro Almodovar hasta Salinas de Gortari. Con ellas
acordamos quedarnos en la población de Santa Elena
a cinco minutos caminando de Flores a orillas del lago Peten
Itzá.La diferencia entre estas dos poblaciones radica en
el precio, por lo tanto, sin pensar nos quedamos en Santa Elena
y ahí esperamos a otros amigos de ellas que habían conocido
en la frontera y en otros cinco minutos ya eran nuestros amigos también,
con todos ellos salimos al otro día a Tikal (sobrará
quien les ofrezca llevarlos).
Que les podemos decir de la ciudad más grande e impresionante que
conocemos de los mayas, según nosotros la más
grande del mundo prehispánico (Matos Moctezuma sostiene
que es Teotihuacan).
La zona reúne además de los edificios la maravilla de ser reserva de la biosfera, muy semejante a la que encontramos en Calakmul, Campeche. En este lugar vivimos uno de los días más felices de nuestra vida (sin tomar en cuenta el día que estuvimos en Contoy, Monte Alban, Tlaxcala y Misol-Ha entre muchos otros) en compañía de los mejores amigos que hemos encontrado en nuestras travesías salvo por Wilbert en Campeche, que más que un amigo era un clone.
Tikal,
Parque nacional, se encuentra localizado en el sector nororiental del departamento
guatemalteco de Petén, a 542 km de la capital de la
República. Su relieve se caracteriza por poseer una superficie calcárea
plana
integrada en la península de Yucatán,
que tiene un característico modelado cárstico en
el que destacan sus profundas cimas y complejos subterráneos anegados
por corrientes de agua (cenotes).
El clima es tropical, con altas temperaturas y fuertes precipitaciones. Se creó en 1957, con una superficie de 57.600 ha, ocupadas por una selva de gran frondosidad. De sus valores naturales sobresale la notable biodiversidad de especies vegetales —estimada entre 7.000 y 14.000 variedades por hectárea— de las que destacan los ejemplares de cedro o caoba. También es de importante valor la singularidad de su fauna en la que cabe resaltar la riqueza de aves, como el llamativo Quetzal, que es además emblema del país.
La riqueza arqueológica que presenta el Parque es otra de sus facetas sobresalientes, tiene importantes restos procedentes de la cultura maya-itzá, entre los que resalta la antigua ciudad maya de Tikal, enclavada en el valle del río Homul, en donde se han encontrado los restos más antiguos de dicha cultura, fechados en torno al año 300 d.C. Está formada por un conjunto de edificios situados junto a dos grandes plazas centrales, alrededor de las cuales se encuentran diferentes templos de forma piramidal con estelas y altares al pie de los mismos, como la pirámide denominada de Las Máscaras.
Junto a este tipo de edificios, aparecen otros que se destinaron a la observación astronómica, y que cuentan con una decoración de estelas jeroglíficas grabadas. La mayor parte de los edificios se componen de varios cuerpos superpuestos, con una empinada escalera para acceder a la cúspide. Fue descubierta en 1697, fecha en la que se produce la conquista española de los territorios del Petén.
En la cima del templo IV, el más alto de la zona (42 mts.) en su mayoría todavía sepultado por la densa vegetación, conocimos a dos indígenas procedentes de Antigua en el sur del país, era la primera vez que visitaban el lugar, un sitio que consideran creado por sus antepasados, sin embargo, no es accesible para la mayoría de la población que aparte de pagar el pasaje (80 quetzales) tienen que pagar el mismo costo de la entrada (50 quetzales) 1 quetzal = 1.25 pesos (que poca).
Ahí mismo nos encontramos una familia de monos araña que no pudimos capturar con nuestra anticuada cámara.
El tiempo no paso ese día, muestra de ello fue que se nos olvido
ir al museo que conserva la colección más grandes de estelas
del mundo y tampoco al mercado de artesanías que esta ahí
junto.
Al
día siguiente muy a nuestro pesar nos separamos de nuestros amigos
y nosotros decidimos ir a Ceibal. Esta es una zona arqueológica
que rivalizó como una ciudad estado del clásico con sus similares
de Yaxchilán y Piedras Negras, hasta
tenía su glifo emblema (solo las ciudades estado lo tenían),
esta zona se ubica en las orillas del río de la Pasión, este
es un tributario del Usumacinta. Esta ciudad se caracterizó
por la presencia de una gran cantidad de estelas que hasta la fecha se
conservan en buen estado, esto a pesar de la humedad.
Al ver la maqueta del lugar me di cuenta que ya me había dejado el grupo así que corrí y corrí hacia la salida para que no se fuera la lancha sin mi, Memo estaba convenciendo al lanchero de partir sin mi haciéndolo creer que había llegado solo, pero como dicen por ahí – el que obra mal se le pudre el tamal – y los alcance justo cuando ya estaba saliendo la lancha. Si desean apreciar las estelas sin presión de que los dejen, no vayan en tour.
Existen dos maneras de ir hacia la capital de Guatemala,
la primera es por avión (fue la que eligieron nuestros amigos) que
por cierto no es nada cara, solo 70 quetzales más que la segunda
manera de llegar al sur que es el camión. Escogimos esta última
por querer ir a Ceibal y solo hay un horario para ambos casos,
a nosotros nos convenía más en la noche, es decir, en camión.
Dura 10 horas el recorrido, se preguntarán porque en un país
tan chico se puede hacer tanto de viaje, la respuesta es que la mitad es
terraceria. Si los militares los detienen en repetidas ocasiones y los
bajan del camión, no se espanten es normal.