El
dilema de los padres con los hijos (II)
Como decía en el anterior capítulo, muchas de las frases que
vamos a encontrar aquí, las podemos relacionar con nuestra
actividad, los entrenamientos. En este capítulo, el tema es
los enfados que habitualmente tienen los padres con sus hijos,
semejantes en cierta forma con los que puede tener un entrenador
con un jugador. Lee con detenimiento las frases, y reflexiona
sobre ellas, porque creo que nos pueden ayudar a ser un poco
mejores personas, y entrenadores.
CAPÍTULO
2. EL ENFADO DE CADA DÍA.
∙
Mi habilidad como madre es directamente proporcional a
la cantidad de tiempo que he dormido (como se decía en
el anterior capítulo, a la hora de los entrenamientos deberíamos
de olvidar nuestros problemas, para entrar en ellos con vitalidad,
y buen humor).
∙
Trato de ayudar a los padres a sentirse menos culpables
de sus enfados de cada día, puesto que se trata de algo muy
natural.
∙
Los niños tienden a enfadarse; les pone furiosos que la
gente no les de lo que quieren. Hay que permitir a los niños
ponerse furiosos, tristes, contrariados, pero hay que intentar
NO CRITICAR SUS DESEOS.
∙
A menudo propongo a los padres de mis talleres un ejercicio,
lo admito, masoquista: se trata de grabar en una cinta magnetofónica
lo que dicen durante la cena o el desayuno. Suelo pedir a
los padres que se sometan a esta durísima prueba: descubrir
que, EN LUGAR DE SER PERSONAS AMABLES, PACÍFICAS Y SIMPÁTICAS,
PODRÍAMOS HABER SIDO UNOS EXCELENTES OFICIALES DE EJÉRCITO.
En esas cintas, se pueden escuchar sólo órdenes, y aseveraciones,
expresadas en tono crítico, y petulante. (Esto mismo se
podría aplicar a muchos entrenadores, que sufrimos una transformación
dentro de la cancha, y nos comportamos de una manera irreconocible,
incluso para nuestros familiares).
∙
CUANDO NUESTROS HIJOS NOS ESCUCHAN, A VECES PERCIBEN QUE
NUESTRAS PALABRAS LES ACUSAN O LES ATACAN. (Yo esto lo
relacionaría con las correcciones que en ocasiones hacemos
a los chavales, donde lo que tenemos que explicarle es CÓMO
hacer bien un gesto técnico, un movimiento,... pero no hace
falta llegar ni al insulto, ni al reproche hacia el chaval).
∙
QUEREMOS QUE SEAN RESPONSABLES, PERO ¿LES DAMOS LA OPORTUNIDAD
DE SERLO? PARA UN NIÑO, LA MEJOR MANERA DE APRENDER CONSISTE
EN EXPERIMENTAR LAS CONSECUENCIAS DE SUS ACTOS. (Queremos
que sean responsables, queremos que tengan iniciativa, que
sean creativos, pero ¿les dejamos?)
∙
Hay que intentar superar el síndrome del mal día. Después
de un día de trabajo frustrante, y humillante, un padre dará
por buena cualquier excusa para explorar ante su familia,
una víctima más segura, y vulnerable que la autoridad indiferente
y amenazadora que le enfureció. Después de un día lleno de
conflictos, es fácil concluir que un niño es un problema adicional,
otro con el que tendremos que enfrentarnos. EMOCIONALMENTE
NOS SENTIMOS FRÁGILES, E IRRITABLES. LOS DÍAS LABORABLES ES
MUY DIFÍCIL NO SER UN OGRO. Pero,... ¿NO HAY ALGO QUE TE FACILITE
LA TRANSICIÓN DEL TRABAJO A CASA? (Esta es una situación
comentada con anterioridad, que nos plantea una reflexión
importante, sobre si hay algo que se pueda hacer en el camino
entre el trabajo, tu casa, tu colegio,... hasta tu entrenamiento.
¿No se puede hacer algo para llegar con buen estado de ánimo,
y ganas de entrenar?)
∙
A MENUDO, TRATAMOS A NUESTROS HIJOS COMO SI FUESEN LOS
PRIMEROS NIÑOS EN LA HISTORIA QUE SE COMPORTAN DE ESA CIERTA
MANERA. EN LUGAR DE RECONOCER EN NUESTROS HIJOS CONDUCTAS
ADECUADAS PARA SU CRECIMIENTO, CREEMOS QUE ACTÚAN ASÍ PARA
VOLVERNOS LOCOS DELIBERADAMENTE.
∙
Los problemas se resuelven con más efectividad cuando tenemos
unas expectativas claras de antemano. No podemos esperar que
nuestros hijos conozcan las reglas automáticamente. Un niño
de dos años no sabe que llenarse de espaguetis la nariz no
está bien hasta que se lo decimos. ES POTESTAD NUESTRA FIJAR
LAS LÍNEAS A SEGUIR.
∙
Jane contó un incidente que le sucedió. Estaba sentada
en el salón tomando café con una amiga. Su hijo, saltaba alrededor
de ellas, y volcó una taza sobre la alfombra persa de Jane.
¿Cuál suele ser la reacción de la gente a esta situación?
Nos comportamos de una manera, que el niño termina pensando:
“cuidas más de tu estúpida alfombra que de mí”. A pesar de
que es difícil contenerse, nos ayuda recordar CÓMO RESPONDEMOS
CUANDO UN ADULTO DERRAMA UN LÍQUIDO EN UNA ALFOMBRA. DECIMOS
“NO TE PREOCUPES, YO LO LIMPIO”. PERO CON NUESTROS HIJOS,
NOS COMPORTAMOS DE MANERA DIFERENTE. Y CUANDO RESPONDEMOS
ENFURECIDOS, EL PROBLEMA SE AGRAVA, EN LUGAR DE RESOLVERSE.
∙
A LOS NIÑOS NO LES GUSTA QUE LES MANDEN, ¿y cómo vamos
a culparlos de ello? NO SOMOS MANDONES CON LOS ADULTOS. Es
mucho más efectivo decir cuáles son nuestros deseos en el
tono más neutro posible, en lugar de darles a nuestros hijos
la impresión de que les tenemos manía.
∙
Como adultos tenemos la habilidad de inyectar un poco de
sensatez en una situación cuando las cosas se descontrolan.
Pero cuando estamos CON NIÑOS, a veces notamos que actuamos
como ellos, o como si fuésemos más pequeños. Cuando hacen
niñerías es difícil COMPORTARSE como un adulto. Así pues,
si tenemos ocasión de poner en práctica nuestras habilidades
para neutralizar una situación, nos sentimos mucho mejor.
Una manera de hacerlo ES A TRAVÉS DEL HUMOR.
∙
NO TODAS LAS TÉCNICAS FUNCIONAN SIEMPRE. A VECES, CUANDO
HACEMOS UN EXTRAORDINARIO ESFUERZO, NOS ENFADAMOS AÚN MÁS
O NOS SENTIMOS UNOS PERDEDORES.
Creo
que estas frases, y situaciones te habrán ayudado a reflexionar,
y seguro que has recordado alguna experiencia propia semejante.
Medita sobre ello, e intenta prepararte para la próxima vez
reaccionar mejor.
Próximamente,
encontrarás el tercer capítulo de este libro, con el título
de ¿quién es el jefe?. Tratará también de nuestra relación
con los chavales, y se narrarán situaciones conflictivas,
en las que el entrenador debe saber establecer los límites
hasta los que puede actuar el chaval, pero sin excederse en
estos límites, porque sino las consecuencias todavía pueden
ser peores.
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