El
dilema de los padres con los hijos (III)
CAPÍTULO 3: ¿QUIÉN ES EL JEFE?.
También
en nuestra relación con los chavales, surgen en ocasiones
problemas en los que el entrenador debe saber establecer los
límites hasta los que puede actuar el chaval, pero sin excederse
en estos límites, porque sino las consecuencias todavía pueden
ser peores.
·
¿Es un examen? ¿No comprendes que hay cosas en mi vida
que sólo me pertenecen a mí? ¿Tienes que saberlo todo? La
próxima vez que vaya al lavabo te enviaré un informe” (un
adolescente indignado).
·
DARSE CUENTA DE QUE LOS NIÑOS SIEMPRE PONEN A PRUEBA LA
AUTORIDAD, Y NO HAY MANERA DE EVITARLO.
·
LA BATALLA POR EL DOMINIO ES UN PROBLEMA ANTIGUO ENTRE
PADRES E HIJOS. ES TENTADOR QUEBRANTAR LAS LEYES, SÓLO POR
EL PLACER DE ROMPERLAS UNA Y OTRA VEZ. Y como padres, nos
ofende nuestra sensibilidad enfrentarnos con el hecho de que
no somos jefes todopoderosos para nuestros hijos. (A mi
con esta frase se me vienen a la cabeza muchos ejemplos de
entrenadores que, como dice aquí, se creen que son ellos los
que deben controlar absolutamente todo de su equipo, y no
aceptan ni un comentario, ni una opinión, ni nada).
·
Queremos que estén agradecidos por todos los esfuerzos
que hacemos por ellos. (Y dice bien la frase, queremos,
porque no tienen por qué estar todos los días besándonos los
pies, y menos si no nos lo tenemos ganado).
·
Muchos padres de hoy en día, que crecieron en un entorno
agresivo, se sienten confundidos y les extraña que sus hijos
expresen enfado o se muestren desafiantes. Estaban seguros
de que un acercamiento más benévolo podría eliminar las inevitables
luchas por el poder. (El entrenador tampoco se gana el
respeto, y la credibilidad de los chavales, por ser más majo,
o más simpático,... sino por el trabajo que es capaz de desarrollar
en la cancha, y por lo que sea capaz de enseñarles... muchas
veces desde la seriedad y la rectitud).
·
PARA LOS NIÑOS ES NATURAL INTENTAR DESCUBRIR HASTA DÓNDE
PODEMOS LLEGAR. (Es normal que nos pongan en el disparadero,
pero nosotros tenemos que estar preparados para reaccionar
de la mejor forma, y no arrepentirnos después de cómo hemos
actuado).
·
Aquellos que creen que se han ganado la obediencia de sus
hijos por el mero hecho de ser sus padres (ser sus entrenadores),
se enfrentarán constantemente a la cruda verdad de que sus
hijos desafían su autoridad a cada momento.
·
EL HUMOR es un arma poderosa contra las tensiones por el
poder, conviene distraer y “unirse” al niño, más que enfrentarse
a él.
·
Es normal que impongamos castigos cuando estamos enojados,
pero ése no es el mejor momento. (Es mejor que dejemos
pasar un poco de tiempo, para tomar la solución más correcta).
·
Cuando realmente nos enojamos, muchos de nosotros tenemos
la poderosa necesidad de desquitarnos.
·
Cuando nuestros hijos (nuestros jugadores) nos desafían
o se comportan de manera inaceptable, se muestra nuestro yo
más odioso. Creo que todos tenemos dos caras. Somos por una
parte cariñosos y por otra vengativos.
·
Los padres siempre me preguntan qué pienso de las bofetadas.
Yo les respondo que si funcionaran, sólo sería necesario darlas
una sola vez. Sirven para hacer que el niño obedezca en el
justo momento en que se dan. Pero si las bofetadas son muchas,
crecerá en el pequeño un rencor que tomará forma en el futuro.
(Esto mismo, es aplicable a las broncas, a los castigos,
al mandar vueltas al campo... frase interesante, si funcionaran,
sólo habría que mandarlas una vez).
·
La lucha por imponerse se da en todas las etapas del crecimiento,
pero debemos estar especialmente atentos durante el primer
año del niño, y después, en la adolescencia. Los padres de
los adolescentes se enfrentan a un desafío especial, porque
para éstos es rutinario poner a prueba la autoridad de sus
padres. (Dirigido especialmente para entrenadores de jugadores
con 15, 16 años, donde los entrenamientos se pueden convertir
en un auténtico reto).
·
El tema de la confianza tiene una importancia particular
en las relaciones entre adolescentes y padres. Nuestros hijos
demandan más independencia, y por eso piden que confiemos
en ellos.
·
Los padres se hallan ante la delicada tarea de respetar
esta exigencia de privacidad.
·
A medida que nuestros hijos crecen, sabemos que una vez
han atravesado la puerta, perdemos poder sobre ellos. Y también
tenemos claro que las consecuencias de determinados comportamientos
típicamente adolescentes pueden ser terribles.
·
Permitirle tener otro agujero en la oreja, usar tejanos
desgarrados, o ponerse sombra de ojos rosada, es inofensivo,
y permite que el adolescente se sienta libre. Hay diferencias
entre establecer límites que acoten áreas de seguridad, conductas
destructivas o autodestructivas, y valores, y señalar otros
referentes a la elección de vestidos y apariencia.
·
LA EXPERIENCIA ME DICE QUE SI LOS PADRES QUIEREN MEDIAR
EN TEMAS RELACIONADOS CON EL SEXO, LA BEBIDA, LAS DROGAS,
Y OTRAS CUESTIONES IMPORTANTES, ES MAYOR LA EFECTIVIDAD SI
SE DEJAN DE LADO, EN LO POSIBLE, COSAS POCO IMPORTANTES COMO
EL ASEO DE LA HABITACIÓN, VESTIRSE DE CIERTA MANERA, O TENER
CIERTOS MODALES. (Estos dos últimos puntos creo que son
importantes, que si queremos influir en ellos en cosas importantes,
tenemos que dejar pasar las cosas secundarias).
·
Quien desee ser amigo y CONFIDENTE de sus hijos adolescentes
debe recordar que la amistad implica cierta igualdad, lo cual
simplemente no existe entre padres e hijos. NUESTROS HIJOS
NOS VEN COMO QUIENES DICTAN LAS NORMAS, Y FIJAN LOS LÍMITES
EN SUS VIDAS, lo que no siempre es compatible con la amistad.
A veces, tenemos que aceptar que amar a nuestros hijos SIGNIFICA
ACTUAR COMO MEROS OBSERVADORES DE SUS PROBLEMAS.
Creo
que estas frases, y situaciones te habrán ayudado a reflexionar,
y seguro que has recordado alguna experiencia propia semejante.
Medita sobre ello, e intenta prepararte para la próxima vez
reaccionar mejor.
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