CAPITULO IV

RESUMEN DE LAS CAMPAÑAS DEL HNO. WILLIAM BRANHAM

Mirando al pasado, casi tres años atrás, cuando por primera vez conocimos al hermano Branham; creo que no hay lenguaje humano con suficientes palabras para describir aquella gloria que sintieron nuestras almas al conocerle. Aun cuando nosotros habíamos soñado con ver algo semejante, parecía que todavía dormitábamos sin darnos cuenta de aquel melodrama bíblico que se estaba desarrollando no muy lejos de nosotros.

No fue sino hasta que algunos de los hermanos de nuestra iglesia asistieron a los cultos del hermano Branham en Arkansas, y nos trajeron el increíble informe de lo que ellos habían visto en aquellos cultos. Todo parecía increíble fantástico, demasiado maravilloso para ser cierto; con todo, no se nos había contado ni aún la mitad. Estábamos destinados a encontrarnos con una de las más maravillosas experiencias en toda nuestra vida. En la providencia divina el evangelista había sido enviado a bendecimos con el toque divino de este tremendo ministerio.

El ambiente estaba cargado de fascinantes relatos relacionados con este raro personaje y su "don". ¿Cómo era posible concebir todo esto? Unos hablaban entusiasmados acerca de las vibraciones en la mano del evangelista; por medio de lo cual él podía discernir la clase de enfermedad que el paciente padecía; si era causada por un germen o cual era el mal que le acosaba. Otros relataban los inspirados mensajes que él predicaba, con todo él afirmaba que no era un "predicador", otros decían que habían visto cánceres desaparecer de las personas horas después de haber orado por ellos. Otros pintaban un cuadro de cómo habían visto a sordo-mudos hablar a través de los micrófonos, paralíticos corriendo y saltando de alegría al ser libertados de su esclavitud física.

La fila de oración por los enfermos -decían ellos- era interminable. Cuando el evangelista se agotaba era sacado fuera de la audiencia.

La vasta multitud inclinaban su rostro en señal de reverencia, mientras todo permanecía en calma por horas; sólo se podían oír los conmovedores quejidos de los afligidos que esperaban ansiosamente la oración del evangelista. La voz tierna y suave del evangelista se podía oír reprendiendo toda clase de poderes satánicos. Notas suaves del coro lema, "Sólo creed", se podían oír seguido por espontáneos brotes de alabanzas a Dios al ver completada la sanidad.

"Ten fe en Dios" dijo el evangelista, "Si tú crees, nada es imposible" y con su vista fija en cierto lugar de la audiencia señalaba al Pilar de Fuego que se había posado sobre una dama: "Ud. padece del corazón, y su hija padece de los riñones. ¿Cree Ud.? Levántese, su fe la ha sanado, váyase a su casa regocijándose."

Una dama, tratando de describir la compasión y la humildad de este raro personaje, dijo: "Cuando lo miré, no pude ver a otro sino a Jesús." Todos estaban de acuerdo en una cosa: Ud. no puede verlo y seguir siendo la misma persona.

Con todo esto, todavía nosotros no estábamos preparados para lo que estaba por suceder. ¿No parece esto demasiado fantástico para ser cierto? . . . Pero lo era, y aun más según pronto habríamos de conocerle.

Sorpresa y asombro estaban dentro de nuestras mixtas emociones aquel domingo en la noche cuando el hermano Branham nos visitó. Cuando llegamos a nuestro tabernáculo, lo encontramos completamente congestionado; nos fue difícil entrar. Esto nunca había ocurrido la primera noche de campaña en tiempos pasados... pero esto era diferente, esta era una campaña del hermano Branham.

Un enorme tráfico marcaba el paso del profeta del siglo XX, cuya oración hacía desaparecer enfermedades, echaba fuera demonios, conseguía que hogares rotos fueran unidos, que padres borrachos se arrepintieran, que hijos pródigos regresaran, que iglesias divididas volvieran a unirse en los vínculos de paz y que cristianos tibios fueran calentados por el fuego de su primer amor.

Hicimos los arreglos pertinentes para conseguir el auditorio de una escuela. Para luego de dos noches de servicios en dicho auditorio, fuimos forzados a movernos de ese sitio, debido al innumerable público que rodeaba aquel sitio aun en horas de clases.

Fuimos privilegiados en poder tener cinco gloriosas noches de esta vigilia celestial, y los efectos todavía perduran. Las gentes fueron enternecidas y humilladas al pasar Jesús de Nazaret en su siervo.

Por ese corto tiempo nos pareció como si hubiésemos retrocedido las páginas de la historia para remontarnos al mismo tiempo del Señor Jesucristo, cuando la admirada multitud seguía con fiel devoción los pasos de aquel humilde carpintero, a través de las polvorientas calles de Galilea.

En nuestra imaginaria procesión pasamos por las tumbas de donde salió el cuerpo desnudo y feroz del endemoniado Gadareno, gritando y dando voces en abierta oposición a la presencia del humilde carpintero, "¿Qué tienes con nosotros? Sabemos quién eres, el Santo Hijo de Dios." Pero momentos más tarde vimos a este mismo endemoniado sentado a los pies del carpintero, vestido y en su juicio cabal. ¡Qué diferencia!

Estuvimos también en medio de aquel tumultuoso gentío que presionaba por estar al lado de Jesús, cuando de repente El se voltea y hace la abrupta pregunta, "¿Quién me tocó? " Y mirando alrededor ve una humilde mujercita que cae postrada a sus pies para confesarle la razón por la cual ella lo había tocado y cómo instantáneamente había quedado sana de su aflicción.

Proseguimos luego a la casa de Jairo y allí pudimos ver la resurrección de su hija . . . También oímos las palabras claras del sordo-mudo cuando su lengua fue desatada por el toque divino del Maestro. Reímos a carcajadas viendo al paralítico saltar de alegría . . . Luchamos por conseguir un asiento a la orilla del mar juntamente con otros 5.000, que habiendo olvidado el yunque y el martillo cerraron sus talleres para pasar todo un día oyendo atónitos las maravillosas enseñanzas del Divino Maestro. Lloramos junto a la mujer al ver Su rostro y al reconocer el dolor y la angustia que hablaban de un corazón sangrante, y al sentir aquella cálida sensación que imparte al alma una sola mirada de Sus cariñosos ojos.

Sí, los tiempos bíblicos estaban aquí nuevamente con nosotros. Encontramos hombre que vivía lo que nosotros predicábamos. Digo esto no para exaltar a ningún hombre, sino para enfatizar que nuestra honda apreciación hacia nuestro querido hermano Branham parte del hecho de que su ministerio nos trae más cerca al Salvador; y nos familiariza mejor con Sus maravillosas obras, con Su personalidad y Su deidad, como ningún otro lo había podido hacer . . . ¿Y qué cosa mejor podría decirse de un mortal?

La divina sensación que sentimos al ver aquel triunfo de fe, nos hizo estar ansiosos por contribuir aunque fuera en lo más mínimo . . . ¿Quién podría ver un pequeñito paralítico ser traído a la fila de oración sin sentirse movido a ir, si fuere necesario, a los confines de la tierra para ayudarlo?

Por lo tanto, dejamos iglesia, amigos y seres queridos, y partimos de nuestro hogar para prestar nuestra insignificante ayuda a este espectacular ministerio, siendo nuestra próxima parada, San Antonio, Texas.

Nunca podríamos olvidarnos de algunas de estas conmovedoras escenas en donde el hermano Branham se ganaba el corazón de la gente donde quiera que llegaba. No olvido nunca a los estudiantes del International Bible College, quienes con su líder, el hermano Coote, estuvieron brazo a brazo con el pastor que sostuvo la campaña, Rev. Stubling, y nos entristeció mucho tener que decirle "adiós."

SIGNIFICATIVO MENSAJE DADO EN EL ESPIRITU

Mirando al pasado, recuerdo dos incidentes que sobresalieron. Una escena que no puedo borrar de mi mente fue la de un hombre de mediana edad, ciego por 30 años, quien trataba de acercarse a la fila de oración. Mientras este anciano se acercaba al evangelista, le oí decir: "Siento que mis ojos se calientan." Cuando se oró por él, se le ordenó que mirara hacia arriba, y cuando él lo hizo así, pudo ver por primera vez desde niño. "Veo luz," dijo. No puedo olvidar aquella expresión de gratitud y agradecimiento en el rostro de aquel pobre anciano.

El otro incidente fue un tremendo mensaje dado en el Espíritu e interpretado a la misma vez, casi idéntico a otros que se habrían de dar en otras campañas del hermano Branham. Esto fue un seguro testimonio de la veracidad de este ungido ministerio. Fue dado con tanta fuerza que pareció algo fuera de lo terrenal.

El contenido del mensaje fue que así como Juan el Bautista fue enviado a ser precursor de su primera venida, de igual forma Él enviaba a este evangelista para mover al pueblo y prepararlo para su segunda venida. Meses después oímos este mismo mensaje ser interpretado en medio de una vasta audiencia en una de las campañas del hermano Branham, en Tulsa, Oklahoma.

VISITACION DEL CANADA

Luego de pasar algunas semanas en nuestros hogares descansando, pasamos a Saskatoon, Saskatchewan, en donde nos gozamos grandemente con nuestros hermanos Canadienses.

Pasando por Prince Albert nos detuvimos para un servicio; luego seguimos Edmonton, Alberta, aquella gran ciudad al sur de la autopista Alcan. Aquí teníamos programado varios días de servicio en el "Ice Arena", que tenía capacidad para unas 5 ó 6 mil personas. Sólo la eternidad podrá contar lo que allí se hizo.

Luego proseguimos a Calgary, pasando por el parque nacional de Jasper Banff. Los cultos en Calgary fueron bendecidos grandemente por el Señor. Aquí encontramos todo en orden para una gran campaña. El auditorio que se había conseguido era uno de los más grandes de la ciudad, el cual se llenaba a toda capacidad noche tras noche. Muchas señales y milagros fueron hechos en el Nombre de Jesús.

Recuerdo un caso en donde una larga fila de enfermos se movía pasando a través del hermano Branham para recibir la oración. En ella noté una dama bastante bizca. El hermano Branham puso sus manos sobre ella y oró, habiendo terminado la oración, él se mantuvo con los ojos cerrados mientras le pidió a la congregación que mirara a la señora, él sin mirarla sabía que la dama estaba sana.

Nosotros no nos imaginamos que muy pronto nuestro hermano sería llamado a atravesar los negros nubarrones del valle de sombra de muerte; no pudiendo continuar llevando li pesada carga que había agotado sus capacidades físicas.

La batalla fue ardua, sus nervios estaban casi destrozados; atravesando así por una condición insoportable, pareciéndole a él que sus días aquí en la tierra estaban por concluir.

¿Sentiría él que el tiempo se acercaba cuando habría de llegar noticias a sus seres queridos y a sus amigos diciéndoles que el sol de su corta vida ya estaba poniéndose? .Yo creo que de alguna forma él lo sabría, pues a menudo hablaba de su partida.

Le dijimos adiós al grupo de Elgin, luego de haber concluido la campaña que había sido programada para celebrarse en Elgin, Illinois, no sabiendo que por muchos meses no habríamos de ver a nuestro querido evangelista, pues él habría de atravesar un período de dura prueba debido a su condición física.

Pero gracias a Dios podemos decir que para el tiempo en que escribimos, acabamos de concluir el más grande avivamiento en la historia de la iglesia nuestra en Ashland, con el hermano Branham más fuerte y más saludable que nunca y, sobre todo, más ungido que nunca antes, con aumentada fe para predicar el evangelio.

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