CAPITULO VII

JESUS Y UN HOMBRE LLAMADO WILLIAM BRANHAM

POR  T. L. Osborn

Muchos me van a considerar como un profano o alguien que est� desviado doctrinalmente por lo que voy a decir (pero eso no importa): Dios descendi� nuevamente a la tierra en carne humana. Dios en este tiempo ha querido mostrarse nuevamente a nosotros. Queriendo El traernos a la memoria c�mo fue cuando estuvo aqu� en la tierra, envi� a un hombre peque�o de estatura, del campo, y sin educaci�n, nos envi� un PROFETA, en todo el sentido de la expresi�n: un hombre Jes�s.

El�as no fue eso. Esto es m�s de lo que estamos acostumbrados a ver. Mois�s tampoco lo fue. Debido a la diferencia en cuanto a dispensaci�n, �l no pudo ser lo que nosotros hemos visto. El hermano Branham fue mucho m�s que eso. �l fue un hombre enviado como se�al especial a esta generaci�n, como se�al sobrenatural en una medida extraordinaria.

�Por qu�? �No hab�a sido hecho antes cuando �l estuvo en la tierra y camin� por las calles de Palestina? ; �Por qu� se repite de nuevo? �l quiso hacerlo para asegurar que no haya excusa. Para asegurar que esta �ltima generaci�n supiera c�mo fue �l, a quien se pareci�, c�mo es la nueva criatura. �l nos quiso recordar en el hermano Branham, Su imagen, Su ministerio; c�mo fue en los d�as de Su carne. Lo envi� para ser el precursor de Su segunda venida.

La primera noche que le o�, no o� una voz. Yo no le conoc�a ni sab�a lo que se dec�a de �l; tampoco sab�a que Dios le hab�a hablado. Nada de eso sab�a. Nunca hab�a estado con los ministros que cre�an en �l, sino m�s bien, estaba relacionado con ministros que no le cre�an; pero como un rayo vinieron a m� aquellas palabras esa noche: "As� como Juan el Bautista fue el precursor de mi primera venida, William Branham l�a sido enviado como precursor de mi segunda venida." As� lo entend� yo.

Yo era un predicador inexperto, no era un te�logo, no conoc�a bien las Escrituras. �Por qu� supe esto? No lo s�, pero lo supe. Dije: "Gracias a Dios que �l se cruz� en mi camino y pude entender." No me tom� diez noches, una fue suficiente. Esta generaci�n busca se�ales. �Todav�a quieren m�s se�ales? Una es suficiente, y basta como muestra.

Dios, queriendo estar seguro de que nosotros no fall�ramos en el conocimiento de la inmutabilidad de Su Pacto, lo hizo otra vez en este siglo XX, en la generaci�n que vera el retorno de Jes�s. Esta generaci�n tiene que estar sin excusa; por lo tanto, �l envi� un vaso acompa�ado por se�ales sobrenaturales para atraer la atenci�n y lograr que esta vacilante generaci�n se pregunte, se examine, piense y despierte.

De esta manera el HALO DE LUZ que apareci� en su nacimiento, la ESTRELLA, EL ANGEL, EL DISCERNIMIENTO, LOS DONES, todo esto fue con el prop�sito de ATRAER. �PARA QUE? PARA MOSTRARNOS A DIOS DE NUEVO, para repetirnos lo mismo que �l hizo cuando estuvo en Jes�s, cuando vino en carne humana. Jes�s demostr� la se�al que hizo que le reconocieran como el verdadero Mes�as que habr�a de venir, el Cristo, el Hijo de Dios, as� tambi�n el hermano Branham.

�l fue un vidente. �l vivi� en dos mundos a la vez. Jes�s dijo: "Mi Padre obra y yo obro. El Hijo nada puede hacer de s� mismo, sino que aquello que ve al Padre hacer, esto tambi�n �l hace".

Dios ha enviado al hermano Branham en el siglo XX y ha hecho de la misma forma. DIOS EN CARNE, NUEVAMENTE CRUZANDO NUESTROS CAMINOS, Y MUCHOS NO LE CONOCIERON. ELLOS TAMPOCO LE HUBIERAN CONOCIDO SI HUBIESEN VIVIDO EN EL TIEMPO EN QUE DIOS CRUZO SUS CAMINOS EN EL CUERPO QUE LLAMARON JESUS, EL CRISTO. La gente no ha cambiado. Aquellos que dudaron en aquel entonces, dudar�an hoy tambi�n; los que no creyeron entonces, tampoco creer�an ahora.

Jes�s ve�a los milagros antes de suceder. �l vio al paral�tico en el pozo. Jes�s vio todo lo que sucedi�, antes de ordenarle que se pusiera en pie. �l vio a L�zaro resucitar antes que sucediera. Ya el Padre se lo hab�a mostrado. �l vio a Natanael antes que Felipe lo llamara, cuando estaba debajo de la higuera. �l le dijo anticipadamente a sus disc�pulos c�mo ellos ir�an calle abajo y encontrar�an a un hombre con un c�ntaro de agua. �l les dijo que siguieran al hombre y de esta forma ellos encontrar�an un asno amarrado. Todo esto lo vio suceder antes.

As� fue la vida del hermano Branham. Tal y como lo hemos le�do en las Escrituras. Muchos ministros le oyeron y dijeron: "Eso fue para los ap�stoles solamente"; pero se equivocaron, esto fue para nosotros tambi�n. Pero eso no quita de que Dios haya venido otra vez cruzando nuestro camino para mostrarnos c�mo fue �l, y a qui�n se pareci� en los d�as de su carne.

El hermano Branham discern�a as� como lo hizo el Se�or mismo. As� lo hizo con la mujer en el pozo. �Cu�ntas veces se ha maravillado Ud. viendo esto mismo sentado en la audiencia? Si nosotros creemos las pocas cosas que hemos le�do que Jes�s hizo, �c�mo estaremos sin excusa habi�ndonos sentado noche tras noche para ver estas cosas repetirse frente a nosotros, no una vez, sino docenas y hasta centenares de veces, exactamente de la misma manera que Jes�s las hizo? �C�mo es posible que alguien haya visto esto y no haya cre�do? Esto est� fuera de mi explicaci�n.

El hermano Branham conoci� las enfermedades. Dondequiera que �l iba discern�a las enfermedades, nadie ten�a que decirle nada. Fue Dios en un hombre demostrando su sabidur�a, lo que �l es; c�mo �l traspasa toda barrera natural y nada le es imposible.

Esto no establece barreras doctrinales para m�, simplemente me dice que lo que sucedi� ayer est� sucediendo hoy. Dios es inmutable. Cuando el hermano Branham visito a P�rtland, Oreg�n, yo estaba en una convenci�n en esa misma ciudad. Mi esposa hab�a ido a verlo y vino y me cont� todo lo que hab�a visto. Por supuesto, yo ten�a que ir a verlo y a o�rle; ten�a que hacerlo. All� me sent�, en el tercer balc�n

del auditorio c�vico de aquella ciudad. Este hombre peque�o de estatura, sali� con su Biblia sobre su costado, se par� frente al micr�fono y predic�. �Qu� maravilloso fue aquel mensaje! �Qu� simple! �l actuaba como sabiendo de qu� estaba hablando.

Su manera de hablar lo identificaba como gente del campo; pero era de Dios. Dios estaba en �l; eso lo sab�a. �l expon�a la palabra de Dios y actuaba estando seguro que ella no pod�a fallar. Tan buena ahora como nunca. Cuando termin�, entonces vino la fila de oraci�n, yo observaba y lloraba al mismo tiempo. O� que algunos a mi lado criticaban, nunca se me ocurri� tal cosa. Ellos se burlaban.

El se detuvo ante una ni�a y nos pidi� que baj�ramos nuestros rostros; entonces le o� decir casi sin levantar su voz: "Esp�ritu sordo y mudo, te ordeno que salgas de esta ni�a en el Nombre de Jes�s y nunca m�s vuelvas a ella." Pero �l dijo estas palabras como yo nunca las hab�a o�do decir. El no hablaba como los escribas y los fariseos, sino como quien ten�a autoridad; �l sab�a lo que dec�a, actuaba como sabiendo que �l era el jefe. �l le hab�a dado una orden al demonio y esperaba que la cumpliera. El aparentemente sab�a con qui�n estaba tratando. Aquella noche yo vi a Jes�s velado en un cuerpo que llamaron William Branham; lo vi en acci�n en aquel peque�o campesino.

�Esperaban Uds. que esto permaneciera para siempre? �Acaso no hemos visto suficiente? �Cu�nto tiempo m�s quer�amos tener esto con nosotros? LA SE�AL

HA VENIDO Y NO VA A REPETIRSE OTRA VEZ. MUCHOS LA DESEARAN, MUCHOS LA BUSCARAN, PERO NO SERA REPETIDA.

Esta es la generaci�n que est� supuesta a ver el retorno de Jes�s a la tierra. Hemos caminado por donde Dios lo hizo; Dios ha caminado por nuestro camino, por nuestras ciudades, por nuestras calles, en la FORMA DE UN HOMBRE.

Muchos le llamaron un adivinador, uno que le�a las mentes, un mago, entonces �l volte�ndose de espaldas, les profetizaba de igual manera. Por tres noches hizo esto en Tulsa, y yo lo vi; pero ahora nos ha sido quitado.

Hace alg�n tiempo el hermano Branham cruz� mi camino. Dios estaba en �l mostr�ndose a s� mismo. Gracias a Dios que �l se cruz� en mi camino.

Esta generaci�n nos ha sido encomendada, una generaci�n en la cual Dios ha caminado en carne humana, en la forma de un PROFETA. Dios ha visitado a su pueblo, porque UN GRAN PROFETA SE HA LEVANTADO ENTRE NOSOTROS.

T.L. Osborn

 

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