Al igual que ocurre en la Espondilitis Anquilosante, el daño en la Artritis
reumatoide es fundamentalmente articular, pero dentro de ella pueden
aparecer manifestaciones muy variadas en otras localizaciones. La inflamación
tiene varios componentes: calor, rubor, dolor, tumor (no referido a neoplasias
o cánceres, sino a algo que "sobresale" en cuanto a tamaño) e impotencia
funcional. Las articulaciones que más frecuentemente se afectan en la
Artritis Reumatoide son las de los dedos de las manos, muñecas,
codos, rodillas, hombros, tobillos, etc. siendo
de tipo bilateral. Estas articulaciones duelen y presentan rigidez,
es decir, oponen resistencia la movimiento, sobre todo por las mañanas.
La afectación de las manos es típica, pudiendo presentar un aspecto peculiar,
con desviación de los dedos y las muñecas debido a la afectación
de las articulaciones y de los tendones que las rodean.
Además de este daño articular, las manifestaciones de la artritis reumatoide
no son sólo locales, y en ocasiones se acompaña de cansancio, fiebre,
dolor en el cuello, malestar general, molestias oculares, etc. Otro aspecto importante es la posible presencia
de nódulos reumatoideos, que como el nombre indica son "bultos" que aparecen
en la piel de zonas como el codo, el talón, etc.; sobre todo en regiones sometidas al rozamiento, siendo
menos frecuente su aparición en estructuras internas como los pulmones o incluso a nivel ocular. El significado
clínico de estos es pequeño y no tienen asociada patología, por tanto no deben asociarse a procesos tumorales.
Por último indicar algunos síntomas y cuadros que a veces se presentan en algunas personas que padecen Artritis Reumatoide,
pero cuya presencia ni es obligada ni se trata de lo más usual: Síndrome de Sjögren (se asocian este síndrome y la Artritis muy
frecuentemente), vasculitis, etc.