El diagnóstico precoz de cualquier enfermedad es
uno de los objetivos de la Medicina. Poder detectar una patología cuando ésta todavía
está comenzando a producir alteraciones supone en todos los casos un beneficio
incalculable para el paciente.
En el caso de la espondilitis anquilosante este beneficio se ve incrementado de forma sustancial si
tenemos en cuenta que la mayor parte de los pacientes llevan un determinado tiempo (que en ocasiones puede
prolongarse durante unos cuantos años) sufriendo la enfermedad. Por tanto el diagnóstico y saber "qué es lo
que tengo" es fundamental para cualquier persona, no sólo a nivel físico sino psicológico.
Pero además se ha visto que el diagnóstico precoz de la espondilitis supone mejoras a largo plazo, pues
permite al paciente desarrollar conductas y practicar ejercicios que
le permitirán mantener una funcionalidad adecuadar para no pasar apuros en su vida diaria. El inicio del
tratamiento farmacológico es también positivo pues
con frecuencia los síntomas se atenúan y el paciente se siente más dispuesto a realizar actividades.
Como habrá podido leer en la sección de
síntomas y signos de la espondilitis anquilosante el diagnóstico precoz es complicado por no existir
un síntoma o un signo que indiquen de forma precisa que esa persona tiene espondilitis. Por tanto los médicos han
desarrollado criterios para determinar cuándo se trata de una espondilitis. Los criterios más extendidos son los
de Nueva York del año 1984 modificados:
1. Historia de dolor de espalda
de carácter inflamatorio de 3 meses de duración como mínimo, que
mejora con el ejercicio y empeora con el reposo.
2. Limitación de los movimientos de la columna lumbar en
los planos frontal y sagital
3. Limitación de las excursiones respiratorias en
relación con los valores normales atendiendo a edad y sexo.
4. Sacroileítis definida radiológicamente.
Se considera que la presencia de sacroileítis
radiológicamente (también utilizada la Resonancia Magnética con
muy buenos resultados - ver foto) más uno de cualquiera de los otros dos
criterios, es suficiente para diagnosticar una espondilitis anquilosante.
Esta sacroileítis con frecuencia es bilateral (afecta a las articulaciones
sacroilíaca izquierda y derecha),
pero el problema reside en que al principio de la enfermedad estas articulaciones
pueden aparecer normales o las modificaciones que presenten crear la duda.
Por tanto los médicos tienen que apoyarse en más hechos para poder diagnosticar
de forma precoz (cuando todavía los síntomas son vagos o imprecisos) la
enfermedad; por ejemplo se tendrá en cuenta si esa persona es HLA-B27
positivo , pues en caso de serlo (lo son la gran mayoría de las
personas con espondilitis) tendría una razón más para sospechar de esta
patología. Sin embargo si no aparece sacroileítis y el paciente es B27
negativo, la probabilidad de que se trate de una espondilitis es mucho
menor pero no es nula, pues existen pacientes cuya espondilitis no se
inicia con sacroileítis y algunos no son positivos para el B27. En este
caso se vé que el HLA-B27 es algo que "ayuda" al diagnóstico, pero que
(como queda patente en la sección de etiopatogenia)
no es de por sí diagnóstico. Ser positivo para el B27 no quiere decir
que vayamos a tener la enfermedad, como ya he mencionado.
Algo que por tanto es fundamental
es el diagnóstico diferencial, es decir, poder distinguir
entre espondilitis y otras enfermedades que, al menos en un principio,
pueden confundir el diagnóstico. Así, se dice que la espondilitis
presenta un dolor con cinco características típicas (criterios de Calin):
* El dolor aparece por debajo de los 40 años
* Es un dolor de comienzo insidioso
* Dura más de 3 meses antes de que acudamos al médico
* Es patente la rigidez matutina
* Mejora con el ejercicio y la actividad
Así, se acota un poco más el terreno. Además la enfermedad responde muy
bien a los AINES
(antiinflamatorios no esteroideos), aunque esto no es un criterio
diagnóstico, sólo es una pista más en caso de responder bien la persona
a la administración de uno de estos medicamentos.
Por tanto la sacroileítis bilateral es muy importante, pero debe estar
asociada a otros factores que confirmen que es una espondilitis, pues
a veces otros procesos provocan sacroileítis. Así pues, al igual que ocurre
con el B27, tener sacroileítis no supone tener espondilitis; mientras
que tener espondilitis supone presentar sacroileítis, más tarde o más
temprano. La presencia de sindesmofitos
también es un hallazgo radiológico importante. Los sindesmofitos son unas
estructuras que aparecerán a nivel vertebral como consecuencia de los
procesos inflamatorios y de fibrosis.
Sin embargo el médico también tendrá que diferenciarlo de la hiperostosis
anquilosante, sobre todo por la historia
del paciente y sus características. Otro problema para el diagnóstico
es cuando nos presentamos al médico sobre todo con afectación de las articulaciones
periféricas (u otras manifestaciones menos comunes de la enfermedad)
y una menor afectación de la columna. El médico asismismo debe distinguir
no sólo la espondilitis de otras patologías como la artritis
reumatoide, sino dentro de las espondiloartropatías
establecer que es una Espondilitis Anquilosante.
Para ello se emplean una serie de pruebas de imagen,
analíticas, etc. Pulse aqui si quiere conocer dichas pruebas.