La mayor parte de los textos indican que dentro del tratamiento de la
espondilitis los corticoides orales no deben ser empleados salvo en
momentos puntuales. Por ejemplo cuando el resto de fármacos no son capaces
de hacer que mejore el paciente generalmente durante un "brote".
Así pues, se recomienda su uso durante períodos de tiempo cortos, aunque en ocasiones la teoría y la
práctica no siempre coinciden.
Los Glucocorticoides nos pueden ser administrados de dos formas: bien
por vía oral (pastillas) o bien a nivel local, infiltrando
la articulación afectada (por ejemplo en las rodillas) con este fármaco.
En este caso también nos encontramos con distintas variantes que en el
fondo tienen un efecto similar sobre nuestra enfermedad. Son fármacos
que tienen un potente efecto antiinflamatorio, y que administrados
a altas dosis (que no se utilizan en nuestra enfermedad)
tienen efecto inmunosupresor.
Dentro de los problemas asociados
al uso de estos fármacos está su efecto favorecedor de la osteoporosis.
Tienden a usarse mucho más en otras enfermedades. Prednisona, 6-metil
Prednisona (Urbason) y Dacortin son algunos de los corticoides
que a veces se emplean para tratar estos casos de espondilitis. Es importante
que el médico controle la dosis, pues generalmente ésta se reduce paulatinamente, así que siga estrictamente
sus indicaciones.
Estos fármacos tienen poder anti-inflamatorio y su uso prologando puede
traer consigo efectos secundarios que emularían a un Cushing.
El uso
de corticoides locales se realiza cuando una articulación inflamada no
responde al tratamiento normal de la espondilitis.