ANGOLA
BRASIL CUBA
GUATEMALA HONG KONG
JAPÓN KENYA
MOZAMBIQUE PERÚ
LLEGANDO A COREA Sem. Francisco Torres, M.G.
AYÚDEME A DAR GRACIAS PADRE P. Héctor Díaz, M.G.
HOLA, ¿QUÉ TAL? Sem. Francisco Torres, M.G.
DE PASTOR PROTESTANTE A PREGONERO DE LA VÍRGEN. P. José Sandoval Iñiguez, M.G.
EN EL SEMINARIO DE COREA... Sem. Francisco Torres, M.G.
UNA VIEJECITA MISIONERA P. Héctor Díaz, M.G.
“COREA DEL SUR BATE EL RECORD MUNDIAL DE CONVERSIONES AL CATOLICISMO”
¡QUÉ BUENO
ES MI DIOS!
P. Héctor Díaz, M.G.
Por acá estamos en el estudio de
la lengua coreana ya tenemos casi el
año de que llegamos a Corea después
de estar 7 meses en USA aprendiendo el
inglés, ahora estamos cursando
el 4 nivel de 7 que son de la lengua y después
estudiaremos un trimestre de conceptos
teológicos en coreano para entrar al
seminario de "Kuangyu" que es una ciudad
de el Sur de Corea del Sur, Ahí
estaremos por dos años estudiando
teología y después de recibir el diaconado
estaremos unos meses en las Parroquias
coreanas, bueno estos son los planes
hasta el momento.
Con lo que respecta al país de
Corea del Sur, es un país de 46 millones de
habitantes y el 6% de la población
es católica, el 11% protestante, 40% budista,
y el otro tanto % esta distribuido en
otras religiones; la cultura es milenaria
fundada en el confucionismo; el catolicismo
lego hace poco mas de 200 años por
gente laica que estuvo en China. El pueblo
coreano es muy religioso y tiene
muchas expresiones y costumbres que mezcla
con la religión y la cultura.
La vida de los misioneros en Corea es
formar parroquias y entregarlas al clero
local, también algunos misioneros
trabajan en la pastoral específica como es en
Hospitales, Universidades, Investigación,
Servicio Social, etc. Aunque en el
país de Corea existe ya buen número
de sacerdotes locales porque han
fructificado mucho las vocaciones, existe
mucho campo de acción para desarrollar
una buena labor misionera.
Nosotros que estamos en el aprendizaje
de la lengua tenemos mucho contacto con
los no cristianos es decir el 90% de los
que estudian la lengua coreana son no
cristianos, a través de nuestra
amistad y acercamiento ellos empiezan a conocer
un poco lo que es el cristianismo y nos
preguntan que porque hacemos esta labor
sin ninguna paga y en otro país
donde no esta nuestra familia y nuestras
costumbres; esto les impresiona mucho
y más quieren conocer acerca del trabajo
misionero.
El vivir en otro país con otra lengua
otra cultura, mentalidad y diferente
comida no es fácil pero el Señor
da la fortaleza y alegría para poder ir
caminando el llamado que El nos hace.
Animo a todos aquellos jóvenes que
quieren entrar o sienten la inquietud del
llamado misionero. Se necesitan muchos
cooperadores para esta noble tarea.
Te invitamos a que también seas
partícipe en proclamar la Buena Nueva en los
países no cristianos.
Fco. Torres ( El brother)
Sus hermanos en Cristo Misionero: Javier,
Ramiro, Eric y Francisco
estudiantes en la misión de Corea
del Sur.
Llegué a la isla de Tebu, a donde
el Obispo local y el Superior de la misión me mandaron, para realizar
mi tarea misionera. Me tocó ser el primer párroco de esta
parroquia que, además de la isla principal donde residiría,
contaba con otras 9 islas. Como en todo trabajo que se inicia, las dificultades
y carencias eran muchas; no contaba ni siquiera con un lugar donde dormir,
por lo que los primeros meses viví en una oficina que me prestaron
y que no tenía ningún servicio; recorrí la parroquia
a pie y utilizando pequeños barcos de madera para ir de isla en
isla; además, desconocía los caminos, etc.
Desde mi llegada, se me acercó
un viejito de unos 75 años, llamado Paulo, que se desvivía
por ayudarme, guiarme, etc. de modo que pudiera realizar mi trabajo. La
isla principal está casi totalmente sembrada de viñedos y
de ellos vive toda la población; y el viejito no era excepción:
también cultivaba su viñedo para vivir de él.
Al ir de un lugar a otro veía a
la gente trabajar, de sol a sol, en los campos, regándolos, abonándolos,
podando las parras, , etc. Al fin llegó la temporada de la cosecha
de la uva y el viejito Paulo me dejó por unos días, ya que
él solo atendía sus viñedos.
En un día nublado y frío
de otoño se apareció de nuevo el viejito; venía radiante
de contento, y antes de saludarme me dijo:
“¡Padre, ayúdame a dar gracias
a Dios! Ya sabes que todos vivimos de la uva, y pues, este año
cayó una plaga tremenda que diezmó como el 50% de la cosecha.
Todos los viñadores echaron insecticidas, con frecuencia, a las
parras, y aún así sólo salvaron la mitad; mientras
que yo, que trabajo solo en el viñedo y que para ayudarte en tu
trabajo de extensión del Evangelio en nuestra isla te dediqué
todo el tiempo que necesitabas, no tuve tiempo de echar insecticida ni
una sola vez. ‘Dios me ayudará’ –pensaba. Y ahora que se hizo la
cosecha ¿qué crees que pasó?: al único viñedo
que no le cayó la plaga fue al mío y la cosecha se dio 100%
bien y muy abundante. ¡Ayúdame a dar gracias a Dios, padre!”.
Conmovido por su relato, pensé de pronto en mi trabajo y le dije:
“De acuerdo, te ayudaré a darle gracias a Dios por tu buena cosecha,
pero tú me debes ayudar a darle gracias por mi cosecha. Ya vez con
cuántas dificultades desarrollé este año mi trabajo,
pero en todas las nueve islas de la parroquia, tendremos, en esta Navidad,
unos 45 ó 50 bautismos de adultos. ¡Yo también tuve
una magnífica cosecha!” Y los dos, abrazados, nos fuimos hasta el
Sagrario a dar las gracias a Dios por su amor, ayuda y por las abundantes
“cosechas”.
No cabe duda que, en todo, “nosotros plantamos
pero es Dios el que da el crecimiento” y la buena cosecha.
Estimados padrinos y madrinas, examinen
sus trabajos y verán en sus “cosechas” la mano clara de Dios. ¡También
ustedes denle gracias a Dios por su ayuda y amor!
Todos los Misioneros de Guadalupe continuamos
plantando en nuestras Misiones, ustedes las riegan y abonan con sus oraciones
y ayuda, y, estamos seguros, Dios nuestro Padre continuará dando
el crecimiento y muy buenas cosechas.
¡Estimados Padrinos y Madrinas,
ayúdennos a dar gracias a Dios!.
P. Héctor Díaz, M.G.
La misión de proclamar el Evangelio
sigue adelante a pesar de todos los problemas que ella encierra. En cada
una de las Parroquias que se tienen aún hubo una gran cantidad
de bautismos, gente de todas las edades y de todas las condiciones sociales
que han aceptado el reto de ser cristianos algunos motivados por las esposas,
por los amigos, las nueras, las suegras, etc. algunos aún en contra
de las circunstancias, como una estudiante de secundaria que recibió
el bautismo en la Parroquia de Shingui en donde el papá es ateo
o indiferente, la mamá es protestante y la abuela budista de hueso
colorado. ¿Qué impulsó a ésta chica a acudir
a la Iglesia? La invitación de una amiga, el sentido de comunidad
que encontró, los amigos pero sobre todo el encontrarse con Cristo
la llevó a decir sí a pesar que en la misa el padre no hable
bien el coreano y, a veces no le entienda nada. Es esa disposición
la que nos hace falta. Encontrar a Cristo es algo más que sentirnos
parte de unos números parroquiales. Es el sentirme parte de
una familia y el descubrir que Dios me ama.
¿Cuando será el día
que pueda decir que Dios es realmente mi Padre? Tal vez lo decimos continuamente,
pero el sentirlo y experimentarlo y por lo mismo vivirlo, es lo que realmente
importa.
El Reino de Dios sigue adelante y, aunque
algunos cosechan lo que otros sembraron, es el señor el que le da
crecimiento a todo esto y el que le da sentido a lo que hacemos sin Él
no hay misión. Abramos nuestro corazón al Amor del Padre.
Pues primero para saludarles, esperando
se encuentren bien.
Pues ahora ya estoy en el Seminario de
Kuangyu en la región sur de corea, hemos terminado el retiro espiritual
y hoy como es festivo tuvimos día libre, la vida del seminario de
corea es un poco distinta a la de México por lo que parece, me recuerda
a las pláticas de los padres cuando llevaban su formación
hace algunos años atrás. Los coreanos son muy formalistas,
y un poco rígidos, pero muy amigables, ahora a nosotros Eric y yo
sólo se nos quedan viendo y hacen el saludo de reverencia.
Estamos en el 5 año y estudiaremos
5 materias básicas de teología, claro no todas son de quinto
pero tomaremos las más importantes para cubrir los créditos.
El seminario es muy bonito, sólo que está un poco retirado
de la ciudad y toma un poco de tiempo para salir. Bueno en fin saludos,
después seguiremos en contacto, ánimo a Todos y que Dios
los bendiga. En Cristo Misionero Francisco.
En uno de los periódicos católicos de Corea (el 23 de mayo de 1999) apareció, un artículo sobre la conversión al Catolicismo, junto con toda su familia, del pastor protestante Che-chung Kim, que tomó el nombre de José; él pertenece a la parroquia de Sang Chon Dong, en la ciudad de Kwang-Yu, que estuvo bajo el cuidado de los Misioneros de Guadalupe por más de quince años y que entregamos al clero nativo hace tres años
José Kim, que tiene 56 años de edad, hizo sus estudios en la Facultad Teológica Protestante de Seúl, llegando a ser un prominente Pastor de la Iglesia Presbiteriana. El rango que ahí ocupaba correspondería a lo que es un obispo en la Iglesia Católica, ya que era el jefe de un inmenso territorio de esa Iglesia en la provincia de Cholla Nam Do. No obstante, de su brillante posición, en 1986 abrazó la fe católica como simple seglar, convirtiéndose en un fervoroso propagador de la devoción a la Virgen María. José Kim dice que él le ha consagrado toda su vida a la Madre de Dios y que, por más ocupado que esté, no puede dejar de anunciar las maravillas que la Virgen ha obrado en él.
José Kim afirma que, de los 365 días que tiene el año, pasa 300 días recorriendo el territorio nacional como heraldo de la Virgen; en los últimos cuatro años se ha presentado en más de 500 parroquias y grupos para proclamar las gracias tan especiales que ha recibido de María… El mismo dice: "Como pastor protestante, mis ataques contra la Iglesia Católica iban en primer lugar contra la Virgen. Sin embargo, para llegar a reconocer a María como Madre de todas las gracias, primero experimenté el amor tan extraordinario de la Madre de Dios".
Su primer contacto con la Iglesia Católica fue en un hospital. En la biblioteca de ese centro de salud descubrió, pegado a la pared, un papel con una oración católica; lo fascinaron las palabras: "Por mi culpa, por mi culpa, por mi grande culpa". En medio de su enfermedad física y espiritual, esa oración lo hizo recapacitar y reconocer el orgullo en el que había caído al escalar el puesto de supervisor de una parte considerable de esa Iglesia Protestante. Desde entonces, hasta cuando empezó el catecumenado católico, ya no tuvo la ambición de hacer protestantes a los católicos.
A medida que avanzaba en el conocimiento de la doctrina católica, iba entendiendo más la devoción a María, hasta que cayó en la cuenta de que la veneración de la Virgen y el rezo del Rosario no era una idolatría, sino al contrario "la más excelente y perfecta oración que hay en este mundo".
Reconoció que la oración de los católicos no se dirige a María, sino que junto con Ella se eleva a Dios, entonces decidió asistir al templo católico y sintió que la fe que hasta entonces había profesado había sido una máscara. José Kim comenta que, el hacerse católico es, para un Pastor protestante, más difícil que el martirio.
Desde que se convirtió al catolicismo ha experimentado una pobreza que no sufrió como Pastor: ha pasado días sin comer y se ha puesto un pantalón remendado hasta por siete veces. Ahora tiene unos panales en el monte Chiri-san y de la venta de la miel gana algo para sostener a su familia.
Naturalmente que, en la parroquia a la que pertenece en Kwang-Yu, es muy activo: ayuda en el Consejo Parroquial, es el encargado de un presidium de la Legión de María, y, además, él y su esposa, María Chong, trabajan en el movimiento de Encuentros Matrimoniales. Hace unos meses estuve participando en un curso sobre Pastoral de la Salud en el Centro Católico de Kwang-Yu. Un Pastor protestante, llamado Byoung-Kyu Choi, que vive en el mismo barrio y del que me hice amigo, asistía también a ese curso. A la entrada del Centro Católico me encontré de repente con José Kim y su esposa, que me abrazaron cariñosamente. A José le dije, "¡Ah, mira, te presento a este Pastor que vino acompañándome!". Los dos se miraron sin darse la mano ni decir media palabra, simplemente hicieron una breve inclinación de cabeza al estilo oriental tradicional. Esa actitud me causó extrañeza. Hasta después caí en la cuenta de que, seguramente como colegas, ya se conocían desde mucho tiempo.
P. José Sandoval Iñiguez.
Misionero de Guadalupe en Corea.
Pues aquí en el seminario de corea con un poco de frió aunque ya estamos casi a mediados de Marzo, pero la nieve y el frió siguen. Escribo para saludarles esperando se encuentren bien, llenos de salud y alegría en compañía de Cristo Misionero.
La vida en el seminario es muy atareada, tenemos el tiempo contado, las horas libres son pocas y además todo es en otro idioma, esto hace un poco mas cansada la vida, pero poco a poco nos estamos adaptando; ahora escuchando las clases, la mayoría de las explicaciones no las entiendo, se escuchan sonidos que todavía no logro identificar, sale uno medio mareado y tratando de agarrar el hilo de la situación, pero sólo hasta que escucho el cassette que grave durante la clase y busco el vocabulario desconocido empiezo a tomar el hilo de la situación, esto da un poco de estrés, pero poco a poco se va uno acostumbrando a una de dos cosas a no entender o a tener mas paciencia. Lo importante de esto es no desesperarse, requiere tiempo y sentaderas.
Bueno con relación a la comida es muy rica solo que desde la mañana es el arroz, el kimchi que son coles con chile y una sopa de algas marinas, además de los ajos y un poco de cebolla así que cuidado porque el que se acerque lo tumbo de un soplido, pero en fin así es la vida coreana y además es muy divertida, siempre los compañeros se nos quedan viendo a ver que hacemos o que decimos y de vez en cuando sale una pregunta de como es la vida en nuestro País, lo típico es que si en México o USA hay esto o no. Los chavos son muy atentos y nos ayudan siempre cuando se nos traba algo, que es muy a menudo.
La escuela es una perla en el cerro porque estamos alejados de la ciudad, es muy tranquilo y el ambiente se presta muy bien para rezar, jugar, estudiar y como no también de vez en cuando para una dormidita; los días libres que son los domingos acostumbramos ir a la ciudad y comprar lo necesario además de ver una película y comer alguna hamburguesa para variar un poco. Para el deporte los chavos son unos ases, les gusta mucho y tienen toda una variedad de ellos, me ha gustado uno que con un sable de madera hacen una serie de artes marciales, por cierto algo complicadas, pero me gustaría aprenderlo.
Ellos siempre nos preguntan que porque estamos en Corea y para que venimos, no entienden el porque estudiar en otra lengua un área tan complicada como la teología y en un país que casi no es católico, además ellos piensan que la misión ya es para ellos porque, dicen que ya son suficientes los sacerdotes para atender a los católicos, pero no se fijan en el 70% o mas que todavía no lo son. El coreano por lo regular es un poco gettista es por eso que por acá pegan mucho los protestantes, creo que actualmente hay más de 1000 iglesias protestantes de diferentes denominaciones. Además del budismo que todavía es muy fuerte. Es cierto que los católicos no son muchos pero tienen una gran influencia en la sociedad por su compromiso y ejemplo ante los demás, esto es de envidiarse de ellos, se organizan muy bien y hacen muy bien su trabajo encomendado, los laicos son muy comprometidos. Nuestra presencia aquí en el seminario les causa admiración y algunos preguntan acerca de la vida misionera.
Bueno luego les contare más de esta
vida.
Saludos a todos por allá y que
el Señor siempre los bendiga en su vida.
Su hermano y amigo en Cristo Misionero
Francisco.
“Que les vaya bien, nos vemos el próximo domingo”, “Adiós”, “¿Cómo sigue su marido señora?”… Con estas y otras palabras dirigidas a la gente que salía de misa, despedía a los fieles mientras buscaban y se ponían sus zapatos (en Corea, en la mayoría de los templos, se entra sin zapatos y los dejan en “zapateras” especiales en la puerta principal) Me fijé que una viejecita no buscaba sus “komushin” (zapatos de hule) sino que esperaba a que los demás lo hicieran. A ella la había bautizado hacía 2 meses, junto con 20 adultos más.
Salieron los últimos fieles de la iglesia; y la viejecita, después de ponerse sus komushin, me dijo: -“Padre, qué bueno que viniste a Corea a traernos la Buena Nueva de Dios, nuestro Padre, que nos quiere tanto que nos dio no sólo a su Hijo sino hasta su cielo y la vida eterna. Vieras qué contenta y en paz estoy desde que me bauticé; bendito sea nuestro Padre. Como ves, ya soy grande (no me dijo su edad); hace poco me bauticé y ahora comprendo lo mucho que Dios me ha querido desde que nací. Nosotros no vivimos más de 100 años, y los que llegan a esa edad ya lo que quieren es morirse; pero, en fin, lo que más me sorprende de la bondad de mi Padre es que me deja hacer mi voluntad, hasta ahora. Por eso ya tomé una decisión: desde ahora, haré, no mi voluntad, sino la de mi Padre. Somos una humanidad tonta, si sabemos que no vivimos más de 100 años, deberíamos de pensar que nuestros primeros 50 años son “de subida” y en ellos Dios nos permite pensar más en nuestros planes que en Él. Esto no es correcto, pero es lo que la mayoría hacemos para nuestro propio mal. Los otros 50 años son “de bajada”, y de bajada a la tumba. ¿Por qué seguimos, tontamente, queriendo hacer nuestra voluntad, si la mayoría de lo que hacemos (supuestamente para protegernos y mejorar) son cosas que salen de nuestro orgullo y, en vez de paz y alegría, nos traen remordimientos y pesar? Los últimos 50 años, muy en especial, los deberíamos dedicar a hacer la voluntad de Dios; el hacerla nos trae paz, satisfacción y alegría de vivir, como ahora lo disfruto. “Padre, yo no soy misionera como tú, por eso me quedé para pedirte que continúes dándonos la Buena Nueva, y así sepamos que podemos ser felices aquí y allá.” Terminó de hablar, y sólo se me ocurrió decirle: -“Usted, como todo bautizado, es una misionera; dígales a todos los que pueda lo que me acaba de decir y será una gran misionera.”
No sé si la viejecita entendió, por ser nueva católica, el significado de lo que le dije; pero, yo sí entendí lo que Dios, a través de ella, me quiso decir. Estimados Padrinos y Madrinas, si están en los 50 años “de subida” o en los otros 50 “de bajada”, no lo sé; pero, por favor, oigan y hagan lo que esta viejecita misionera me dijo.
P. Héctor Díaz Fernández
Misionero de Guadalupe en Corea.
SEUL, 22 Marzo 2001.- Corea del Sur, con sus 3,950,000 de católicos (8.3%)de una población de cerca de 46 millones de habitantes, es el tercer país católico de Asia, después de Filipinas y la India. Su Iglesia registra el número de conversiones de adultos más elevado de todo el mundo: unos 150,000 bautismos de personas mayores de edad al año.
El “BOOM”, como aquí es definido, comenzó a registrarse tras el primer viaje de Juan Pablo II en 1984. Esto ha impreso un importante impulso misionero a ésta Iglesia, que envía sacerdotes, religiosas y laicos a países de la antigua Unión Soviética, a Asia (China), África, América Latina e incluso a algunas parroquias francesas sin sacerdotes.
La Iglesia está muy comprometida en la acción social y es uno de los catalizadores de la reconciliación con la Corea del Norte. El Presidente Kim Dae-Jung, Premio Nóbel de las Paz el año pasado, e histórico defensor de la democracia del país, es el primer católico que asume este cargo. A él se deben los primeros diálogos de paz con el máximo exponente del régimen comunista, Kim Jong II, que tuvieron lugar en junio pasado en Pyonyang.
Juan Pablo II visitó Corea del Sur en dos ocasiones: del 3 al 7 de Mayo de 1984, cuando canonizó a 103 mártires; y del 7 al 9 de Octubre de 1989, con ocasión del Congreso eucarístico Mundial celebrado en Seúl.
La evangelización comenzó a finales del siglo XVIII, cuando algunos lideres confucianos al leer algunos textos cristianos traídos de Pekín, se convirtieron al cristianismo. Ha sido quizá el único caso en el que la evangelización del país no fue comenzada por sacerdotes o religiosos, sino por los mismos laicos.
En 1831 el Papa Gregorio XVI creó la vicaría apostólica de Corea. En 1884 los católicos recibieron la libertad de culto, después de que, en 1875, tras años de dura persecución, se permitió el regreso de los misioneros al país. Un ulterior período de persecución tuvo lugar entre 1973 y 1979.
Corea del Sur cuenta hoy con 8,551 religiosas
y 12,243 catequistas laicos. Los sacerdotes diocesanos son 2,927, y los
religiosos 1,170. En total tiene 1,715 seminaristas mayores. En estos momentos
tiene 420 misioneros al extranjero.
El Señor Obispo y un servidor, de pie frente a la nueva capilla que acababa de consagrarse, veíamos a la gente feliz; todos vestidos de "han bok" (el traje nacional coreano) y bailando al ritmo del "chango" (tambor en forma de reloj de arena que se toca por los dos lados) y dando gritos de alegría siguiendo el ritmo. Al lado estaba un grupo de señoras que hacendosamente preparaba el arroz para todos los presentes, mientras los señores cocían la carne de puerco recién sacrificado
Era la culminación de un acontecimiento acaecido cuatro meses antes. Iba en el barco que va de isla en isla, con mi alzacuello, como siempre acostumbro, para que la gente se dé cuenta que soy un sacerdote católico. Un grupo de señoras, entre las que estaba una viejecita, me observaban y, de pronto, la anciana dijo en voz alta (supongo que para que yo la oyera): "La Iglesia Católica va a desaparecer de esta isla", y se rieron. El grupo de mujeres era de protestantes, y estarían más que contentas si lo que dijeron se hubiera hecho realidad, pero lo que decían tenía base para ellas.
La capilla de la isla había sido
construida hacía 30 años en la falda de un cerro, en un terreno
que los católicos iban a comprar. Al anciano dueño del terreno
le preguntaron: "¿Nos vendes el terreno?" El dueño
respondió que "sí". Le preguntaron ellos: "¿Entonces
podemos comenzar a construir nuestra capilla, y mientras trabajamos arreglamos
los papeles de compraventa?" Y el viejito respondió de nuevo que
"sí".
Los católicos, ni tardos ni perezosos,
se dieron a la tarea de construir la capilla; pero, para cuando la terminaron,
el viejito ya se había muerto. Fueron con el hijo del difunto y
le dijeron que arreglara los papeles, pero él dijo: "No vendo".
Ninguna razón lo movió para cambiar su decisión.
Los fieles utilizaban la capilla, pero
no les permitía pintarla ni repararla, por lo que, después
de tantos años, estaba fea y con cuarteaduras por las que se podía
meter un brazo. Viendo la situación de la capilla la gente podía
decir con razón: "La Iglesia Católica va a desaparecer de
esta isla".
En la siguiente visita que hice a la isla
les platiqué a los fieles lo que había oído y les
dije: "Esta capilla es la Casa de Cristo, y a nosotros nos toca conservarla
hermosa". Se habló de comprar un terreno pequeño y hacer
una capilla pequeña. "¡No! -les dije-, ¡Jesús
no debe perder, sino progresar! Compremos un terreno más grande
y hagamos una capilla al doble de la que tenemos; la casa de Cristo debe
mejorar con nuestro esfuerzo."
"¡Pero, si sólo somos 35
fieles y de ellos 25 son ancianos!" -me dijeron. "Pues que las viejitas
se pongan a rezar" -les respondí- y nosotros a conseguir el dinero;
ustedes consiguen el 40% del costo total y yo consigo el 60%. Trabajamos
para Dios y para mejorar su casa, ¿cuál es el miedo?" Y aceptaron
la proposición.
Se construyó la capilla al doble y en un terreno 15 veces más grande. El jefe de los laicos decía: "¡Qué curioso, padre, comenzamos a construir sin tener ni un won (centavo), y ahora que terminamos no nos sobró ni un won, pero no tenemos ninguna deuda!". Tampoco yo, humanamente, me lo podía explicar
Jesús nos dice en el Evangelio: "Si tienen fe, aunque sólo sea del tamaño de un grano de mostaza, le dirán a esta montaña, ¡arrójate al mar! y lo hará…" De mi parte puedo decir que cuando ofrecí conseguir el 60% del costo total lo hice pensando que tenía a México detrás de mí, pidiendo constantemente por las misiones. Gracias, estimados padrinos y madrinas, por hacer sentirnos fuertes y seguros cuando se trata de trabajar por "la Casa de Cristo".
Un grupo de 18 estudiantes universitarios catecúmenos me visitaba
3 veces por semana para aprender el catecismo, oir misa, platicar, jugar,
cantar, etc. Iban muy bien en sus estudios. Todos se bautizaron, gracias
a Dios.
Después se graduaron, se casaron y fundaron sus familias.
Este grupo de compañeros de generación, al estilo coreano, ha continuado reuniéndose al menos una vez por año; una vez solos y otra con todos sus familiares.
En estas ocasiones se platican sus triunfos y derrotas, las altas y
las bajas por los que cada uno ha pasado; y unos a otros se animan, apoyan,
dan consejos, prestan dinero, dan trabajo al que no tiene, etc. Por supuesto
también hablan de una vida de fe y su relación con Dios.
Al verlos contentos, sanos y dándose la mano unos a otros, y
sobre todo ayudando al más débil, me dije: "¡Qué
bueno es mi Dios! Él nos quiere felices, sanos, santos; por algo
su mensaje se llama Evangelio", que significa: "Buena Nueva". Su palabra
es para todos y para este grupo, en particular, fuente de paz y alegría
"no como la da el mundo".
De todo el grupo sólo había una muchacha, cuyo esposo no se convertía. Ella bautizó a sus hijos, pero el esposo, aunque muy buen hombre, no quería nada con la religión. Viendo su tristeza, yo le decía: "El bautismo es un regalo que sólo Dios da. Tú sigue tratando bien a tu marido y dale ejemplo de vida católica feliz; lo demás déjaselo a Dios. Él hará lo que más convenga a todos".
Tres años después vino a verme esta señora, y me dijo llena de emoción: "¡Padre, ya se bautizó mi esposo, y se quiso llamar Juliano, porque yo me llamo Juliana!".
Viendo su alegría me dije de nuevo: "¡Qué bueno es mi Dios!". Verdaderamente Él quiere, como buen Padre, nuestra felicidad.
Hace poco fui a visitar a su familia; se reunieron todos a comer, platicar, etc. Entre lo que decían me llamó la atención algo que la muchacha comentó: "Mi esposo ya copió a mano toda la Biblia". -"¡Espera -le dije-, eso sí es una buena noticia! Por favor enséñanos lo que hizo". La hija mayor trajo 14 cuadernos, todos iguales y del mismo color. "Este es el primero -me dijo-, aquí comienza el Génesis". Todos guardamos silencio y curioseamos los cuadernos con atención y admiración. Aprovechando el silencio, el señor Juliano comentó: "Me bauticé hace 3 años y quería saber algo más sobre mi Dios, por eso decidí copiar su Palabra escrita en la Biblia.
De veras, padre, ¡qué bueno es nuestro Dios!"
En sus palabras oí el eco de mis propias palabras, que no son
sino el eco de las palabras que le oí a mi mamá (que en paz
descanse), que las oyó de no sé quién y que son el
eco de las palabras del mismo Padre que dijo: "¡Este es mi Hijo muy
amado, en el que tengo todas mis complacencias; escúchenlo!"
Estimados padrinos y madrinas, gracias por ayudarnos y enviarnos a "repetir" en las Misiones la Buena Nueva: lo bueno que es Dios, y lo que ha hecho y hace por nosotros.
Ustedes propaguen la Buena Nueva entre sus familiares, amigos y vecinos. No permitamos que ni uno se quede sin oirla; y menos que se pierda. Él quiere que "todos se salven" ¡Qué bueno es nuestro Dios!.
Atentamente
P. Héctor Díaz Fernández MG.en Corea.