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MOZAMBIQUE PERÚ
ORDENACIONES SACERDOTALES EN CABINDA.
ADRIANO FRANCISCO MATEUS ABILIO.
1. Paulo escribió cartas a las comunidades, muchas veces narrando
sus experiencias de viajes misioneros. Claro, Pablo tuvo siempre una intención
evangelizadora y no sólo informativa.
El recuento -muy breve- de nuestro viaje a Cabinda (la más alejada
provincia, al norte de Angola), viajé para asistir a las ordenaciones
sacerdotales de 4 ex-alumnos de este seminario, debe orientarse en ese
sentido: comunicar las experiencias en torno a un viaje y, sobre todo,
el haber participado en una celebración eucarística de ordenación
sacerdotal. Todo esto en el contexto de nuestro trabajo misionero.
2. La salida. No fue de las mejores. Programada para las 8 de la mañana tuvimos que ejercitar nuestra paciencia y sentido de plática y plática, para emplear el tiempo. La salida fue finalmente a las 12 del día. El regreso: Desde nuestra llegada al aeropuerto a las 13:30 horas -más o menos- hacia las 17 horas, hora en que despegó el avión. Por lo tanto, también casi cuatro horas de espera. Todo esto forma parte de nuestra inculturación al “valor” de la inseguridad. Se descubre el lado positivo de la inseguridad en relación a cualquier programa: estar alerta “porque no se sabe ni la hora ni el día”.
3. Ser generoso para con las personas. El P. Tati, Rector del Seminario (Filosofado) permaneció con nosotros por casi una hora. Más tarde, tuvimos la comida y, después de un paseo por la playa, fuimos llevados a los hospedajes. El P. José Luis permaneció en el seminario, el P. Miguel y yo fuimos hospedados con las hermanas de san José de Cluny. En relación a las comidas fuimos excelentemente tratados por el obispo D. Paulino Fernández Madeca, quien puntualmente nos envió conductor y auto para cada una de las horas de comida.
4. A los nuevos padres pudimos saludarlos prácticamente a todos el día anterior a la ordenación. También compartimos bastante con ellos, después de la ordenación.
5. Celebración de la Misa.
- Es el momento culminante y el motivo primero de nuestra visita
a ese lugar. Comenzó a las 10 de la mañana, terminó
a las 14 horas, más o menos. Padres concelebrantes éramos
probablemente 20, además de los 4 diáconos. Gente, según
el obispo y el P. Sevo, alrededor de 10,000. El día, en cuanto al
clima fue bueno. Poco sol. Casi al final de la Misa llovió poco.
- La procesión que, al parecer, partió de tres lados ( yo sólo pude darme cuenta de dos), desde el convento de las Hermanas de San José ( a unos 150 mts. del lugar de la celebración, ( la procesión que partió de la Iglesia parroquial de Nossa Senhora da Conceicao (a unos 30 mts), desde donde al parecer entró el obispo, finalmente, desde la misma calle del convento antes mencionado, al lado opuesto.
- La participación del pueblo. Fue excelente. Eso, gracias al pueblo mismo y al carisma del P. Sevo, creando una atmósfera de extraordinaria comunicación entre el público y el presbiterio. Fue como un constante “diálogo” entre púlpito y todas las naves del templo. El diálogo fue en forma de preguntas y respuestas cortas, expresiones, aclamaciones, introducción de cantos, invitación al uso de los pañuelos de colores y, sobre todo, el intercambio de gestos alegres entre interlocutores.
- Integración entre el obispo y el equipo organizador. La presidencia asumió su papel, los organizadores su papel. No se vieron interferencias.
- El grupo coral y el grupo musical, simplemente magistral. La música, al parecer, de tipo congolés (de un artista congolés de actualidad, cuyo nombre no recuerdo). Para la cual la gente se encontró a gusto, identificada con ese ritmo, todo para vibrar mantuvieron un ambiente de fiesta y explosión emotivas ( Esa que muchas veces hemos reprimido), sin perder el sentido de lo sagrado, casi las 4 horas de la celebración. Un danzar y batir de palmas se dio constantemente. Es un pueblo que, en un momento me hizo pensar lo contradictorio de un pueblo tan alegre en guerra. Sin embargo, creo que, si la música no hace más ruido que las armas, ciertamente la alegría y el ritmo de esa música será siempre más contagiosa que el odio de un enemigo.
En un mundo que se encuentra en crisis de autenticidad en que
las instituciones pierden su credibilidad, y sentimiento y la confianza
se diluyen en las prometidas incumplidas. La vida consagrada sigue siendo
la expresión de fidelidad a vivir los valores del hombre nuevo y
prolongar en el tiempo y en el espacio la nueva condición humana
instaurada en la redención ganad por Jesucristo.
Viviendo los religiosos su consagración a Dios en medio de las
vicisitudes de la historia de los hombres que quieren salvar, no es de
extrañar que sufran los choques de los tiempos, las crisis de crecimiento,
los desgastes de cualquier institución humana. Más, con todo
esto y como respuesta, se sigue suscitando el llamado a ser el signo
positivo del Reino. Como nos exhorta el Papa Juan Pablo II. Este es un
momento maravilloso para ser religioso, para ser misionero de Cristo. Alégrense
siempre en el Señor. Alégrense en su vocación.
Para ser signos positivos del Reino, los llamados deberán conseguir
una adecuada formación para hacer frente a las exigencias de nuestro
tiempo. De modo que cada uno sea convenientemente instruido, según
sus dotes intelectuales y la índole personal de cada uno, acerca
de los hábitos y de los modos de sentir y pensar de la vida social
moderna. Durante toda la vida, los religiosos deben buscar completar cuidadosamente
una cultura espiritual, doctrinal y, técnica.
Llevan todos consigo una singularidad personal, en ese yo irrepetible
que tenemos las personas, que no hay qué pasarla a nadie. Ante sí
y ante los demás es cada uno responsable de su propia y última
decisión, de la cual no puede abdicar.
Pueden ser criticables -¿y quién no?- por lo que hermanos
profetas podrían opinar que son ingenuos incorregibles, cegados
por el amor, y si su acción ha sido un error <<táctico>>
(cosa que no se descarta como hipótesis) no fue un error <<vital>>.
No llamaremos carisma al impulso aventurero que nace en su alma. pero
sí diremos que la audacia pertenece a su carisma. Que sería
del Evangelio sin la audacia de los evangelizadores? Ser audaz es arriesgar
y eso si les cuadra perfectamente: arriesgar la vida por el Evangelio.
Tal vez inquietos, acaso voluntariosos y caprichosos en su trayectoria, ponen ante el mundo ésta verdad: el Evangelio es entrega incondicional, entrega sin retorno, a todo riesgo... Y de no ser así, tendríamos que atemperar, reconsiderar las palabras absolutas del seguimiento que Jesús ha proclamado...
Además, el evangelizar es lo que dice el Concilio -compromiso total con el hombre- entonces lo más impresionante es que son pobres seres humanos en medio de la selva, de la urbe o de la tundra, manifestando lo más puro e inviolable del Anuncio de la Buena Nueva: El Amor Gratuito y Loco de Dios.
Esto es lo más enternecedor. ¿Por qué Dios se hizo
débil y puso sus preferencias en favor de los más débiles,
en los pecadores, en los más pequeños...?
¿Por qué...?
1. Promover la paz, en espíritu de verdadera misión evangelizadora, pues es esto que Cristo confió a sus apóstoles y seguidores.
2. Buscar, siempre y decididamente, los medios más adecuados para la paz, aunque no siempre sea posible evitar las razones para emprender una guerra considerada justa.
3. Insertarse activamente en las raíces y causas que promueven la paz, y comprometerse en el contexto histórico de sus efectos.
4. Entender la paz como fuerza de convivencia y desarrollo que, activada en cualquier comunidad humana, afecta positivamente tanto dentro como fuera de sus fronteras.
5. El dolor de entrar en lucha contra el propio hermano de una misma comunidad humana, debía convertirse siempre en <<motivación negativa>> para promover la paz con todos.
6. Escuchar siempre y en primer lugar, las razones de paz de quien sufre directamente las consecuencias del conflicto y resistirse a seguir las razones de quien -desde fuera de la zona de peligro- quiere decidir los mejores caminos de la guerra.
7. Entrar en el corazón del pueblo para hacer suyo el proyecto de paz.
8. Interiorizar en serio el anuncio cristiano en favor de la paz, a partir de cuatro grandes fuerzas evangélicas: el anuncio de <<paz a los hombres de buena voluntad>> que acompaña el nacimiento de Jesús; el espíritu de reconciliación que debe acompañar a cada cristiano <<al llevar su ofrenda al altar>>; la paz a través del perdón, <<no siete veces sino setenta veces siete>>; la <<Cruz de Cristo>> como sacrificio que lleva a la paz, ya que, ciertamente reconcilia a los hombres entre sí, puesto que reconcilia a los hombres con Dios.
9. Acompañar a las partes en conflicto, para que resuelvan sus diferencias mediante una lucha civilizada (en la vida política de la comunidad) y un diálogo sensato.
10. Comprometerse personalmente por la paz y no luchar por ella en forma aislada, insertándose en aquellos grupos que la promuevan, partiendo de análisis con sentido realista y comprometido.
Con ocasión del Gran Jubileo del año 2000, la iglesia
ha procurado evaluar el camino andado. Luces y sombras son examinadas en
busca de un compromiso evangelizador más profundo.
En ese contexto de evaluación del pasado y renovación
al futuro de nuestras actividades misioneras en la provincia de Bengo,
estamos intentando una revisión que nos ha sido confiada.
En la Misión de Catete, por el contacto personal a las visitas
a las aldeas durante los últimos años, se capta cuán
difícil puede ser la conversión de los no-cristianos, así
como grandes insuficiencias catequísticas entre los bautizados,
las cuales habrá que enfrentar y superar con la ayuda de Dios.
Por otra parte, el proceso evangelizador en la Provincia, parece presentar
desafíos aún más complejos. Sin embargo, no se ha
llegado a analizar algo al respecto, por lo menos a partir de la independencia
que fue en 1975.
Con todo, nuestra limitada colaboración en Bengo podría
tomar un nuevo rumbo al focalizar la atención en algo que, durante
siglos, puede haber sido la causa de que las gentes no se convirtieran
y por lo que quedaron empobrecidas la rica complejidad del ser humano,
de la vida cristiana y de la propia evangelización.
¿En qué consistirá, entonces, la conversión
que queremos promover? ¿Cómo vamos a saber si una persona
ya se convirtió? No es sencillo responder a éstas preguntas
si no queremos perdernos en el camino que lleva el encuentro con el otro,
puesto que el campo de la conciencia es fluido y de difícil delimitación.
El desafío de la conversión en Bengo, que también
es África, exigirá pues, de la evangelización que
procuramos, una revisión seria del sustrato antropológico
de nuestra gente, lo que apenas será un primer paso en esa dirección.
Ojalá que sea algo útil, al menos para animar a otros hombres
y mujeres que acepten proseguir ésta labor, porque es largo el trecho
que resta por recorrer.
Casi cincuenta años al servicio de la Iglesia que está en Angola, en la Misión de Catete, abriéndose paso y sacando adelante a su comunidad de Cassanzo, en el tiempo colonial y en el socialismo ateo, en el de hambruna y miseria, en los vientos de guerra y en los de abandono.
Cuerpo extremadamente frágil, como afligido de frío, pero ardientemente impulsado por el espíritu. Pleno de vigor y de tesón, sus compatriotas pueden perder el ánimo, pero él no se rinde ante ninguna dificultad, tampoco cede a nadie la iniciativa. Es él quien enseña. Es el único que sabe nombres y fechas de bautismos, confirmaciones y uno que otro matrimonio, porque no eran muchos.
Trata los asuntos del pueblo y de la iglesia, más no se puede, hasta acostado, con la garganta agarrotada y apenas circulando palabra; pero... él lo tratará todo. Ni siquiera se dejará acorralar en la trampa del estrecho escenario de una deuda.
Se relaciona de continuo con los amigos y valedores para resolver el problema, habla al obispo y, le urge a que actúe cuando agota las instancias anteriores, en vista de que se le pospone sin fin.
Serán éstas las últimas páginas de su vida. Páginas escritas con una grafía extraordinaria; páginas llenas, sin borrones ni titubeos. Páginas si acaso con un tenue temblor de pluma, pero con todo el vigor de los años jóvenes en unas líneas que terminan con seguridad, elevándose suavemente en visión clarísima de todo lo sucedido, en la paz del justo, en la confianza del cristiano, en el gozo de quien se sabe hijo en el Hijo.
Se acostó para no levantarse más. El mismo, con esa maravillosa intuición de quien nada debe nada teme, de viejo enfermo, supo que la muerte estaba próxima y, se dispuso a recibirla. Esposa e hijas esperaban y lloraban sin separarse un instante, dándole lo poco que tomaba de alimento, medicinas y últimas manifestaciones de afecto.
Pero la enfermedad era incontenible. Se fue apagando y consumiendo, con voz cada vez más débil, decía al sacerdote cuando recibía el santísimo Sacramento: “ya es tiempo de caminar”. Era el 24 de Agosto de 2000, contaba con 80 años.
EN PAZ DESCANSA, ABILIO!
La vida del misionero se ve continuamente animada a ir más allá de lo propuesto por un conformismo, que da cierta seguridad y satisfacción personal, pero que no trasciende a manifestar la caridad de Dios, el deseo y la necesidad de alcanzar la cualidad de ser persona de Dios, hijo de Dios y hermano de Jesucristo.
La historia y experiencia de todos los que se dedican la vida a compartir la fe en tierras de misión se ve expuesta al desacomodo de toda seguridad humana, pero es para el bien personal y fuente de frutos para la acción misionera en el proceso de la evangelización, será estimado como una cierta purificación del elemento humano que es promovido para ser consagrado. Es bien sabido que el misionero enfrenta múltiples desafíos para llevar a cabo lo necesario y esencial misión encomendada a la Iglesia.
Una de las circunstancias que enfrenta el misionero en su vida es la enfermedad, sobre todo en lugares que son desafiantes para la adaptación del organismo. Angola es el ejemplo. El misionero más allá de otros peligros, se ve víctima del mosquito, transmisor de la malaria, siendo éste el crisol donde se purifica la acción misionera y por el que tienen que pasar todos los misioneros.
¿Será verdad que Dios permite un mal menor para obtener un bien mucho mayor? Doy respuesta, diciendo que la malaria se manifiesta en síntomas que desequilibran la continuidad en la vida del misionero en todo lo que dice realización externa de su misión. Representa un alto a la vida y actividad misionera del individuo. hay quienes sucumben ésta enfermedad y hay quienes quedan marcados con algunas consecuencias alternas y perjudicados en sus facultades físicas y mentales. Aunque para algunos la malaria ha representado la muerte en el cumplimiento de su misión, para otros es medio de purificación y conversión a las impurezas de lo andado como vanagloria, orgullos, autosuficiencia, saberlo todo, hacerlo todo por sí, laboriosidad excesiva, etc., al final,...todo se va derrumbando por la malaria, experimentando los límites de nuestras fuerzas y el reconocimiento de que Dios es el que actúa en la realización de la misión. Y, quedando de rodillas, volvemos a la originalidad del Misterio... es Dios quien lleva su obra y, a Dios pertenece la misión.
Del 18 al 21 de Julio del año en curso, se llevó a cabo en la ciudad de Luanda, este evento de vital importancia, organizado por la Conferencia Episcopal a nivel nacional, en que participaron entidades de diferentes Iglesias, del Gobierno, Partidos y Organizaciones no gubernamentales.
Concluyeron formulando diez propuestas y pidiendo a todas las
instituciones que las pongan en práctica. 1. DEMOCRACIA, 2. TOLERANCIA,
3. ECUMENISMO, 4. NO VIOLENCIA, 5. MEDIOS DE COMUNICACION, 6. DERECHOS
HUMANOS, 7. DESACTIVACION DE MINAS, 8. CESAR FUEGO Y LIBRE TRANSITO POR
EL PAIS,
9. DIALOGO Y RECONCILIACION, 10. VIVIENCIA DEL CONGRESO.
En el comunicado final, el obispo Don Zacarías kamwenho, presidente de la Conferencia Episcopal explica cada uno de los puntos e insiste a cada institución que se empeñe en su aplicación. Este comunicado fue leído en todos los templos a lo largo y a lo ancho de la nación, en ambiente de regocijo y súplica a fin de que esa pequeña semilla de paz que había sido sembrada, alcance a madurar en la sufrida Angola.
A continuación, transcribo un comentario interesante del obispo Don Franklin de Costa, antiguo arzobispo de Lubango, aparecido en el periódico Folha 8 del 16 de septiembre de 2000, sobre las expectativas del Congreso en cuestión.
Todos queremos una paz verdadera para Angola. El sufrimiento para los angoleños nunca paró desde que comenzó. Desde los años 60 había esperanza de paz. El pueblo esperó, hasta que estalló, la guerra sin otra alternativa que el comunismo, porque el comunismo, porque el Occidente apoyaba a Portugal, antigua potencia colonizadora.
La guerra llegó y con la guerra la independencia, por lo que ya se anunciaba que lo que se seguía era de temerse. La guerra por la independencia fue necesaria porque todos los pueblos tienen ese derecho que, al querese sofocar, se buscan otras maneras y, brota la violencia.
Actualmente, los grandes contendientes son el MPLA y la UNITA. Pero es curioso, porque la UNITA quería hacer las paces entre el MPLA y el FNLA ( un tercer movimiento que se ha venido a menos). Ahora la única solución es el diálogo serio.
Sin embargo, nadie acepta algún intermediario y eso, tal vez sea lo más difícil del conflicto. Pero la paz llega ha de llegar aunque cueste mucho. Costó mucho la declaración de independencia, pero llegó el día en que se obtuvo.
Pensé que el año 2000 sería el año en que Angola conseguiría la paz: bueno, el año todavía no se acaba! Las mismas elecciones, que están en puerta y de las que estoy a favor, son preanuncio de paz. La paz tiene que llegar.
Para muchos hablar de paz en Angola es lo mismo que hablar de perdón. Todos arrastramos algo de lo cual debemos ser perdonados: tanto el presidente Dos Santos como Savimbi deben ser perdonados por el pueblo y, serán de veras perdonados en la medida en que ellos pidan perdón al pueblo, quien ha sufrido los horrores de la guerra. Estamos esperando y paulatinamente aproximándonos a eso.
¿Cuál base es considerada como de mayor apoyo y defensora incondicional del MPLA? Catete! ¿Dónde fue la primera trinchera de resistencia contra las fuerzas mercenarias antes de la Independencia? Catete! ¿Qué región ha tenido desde los primordios de la lucha nacionalista, a sus hijos más fustigados? Catete! ¿En dónde nació el guía inmortal del MPLA y, según el partido de los camaradas, hijo querido del pueblo angoleño? Catete!.
Ahora es el mismo Catete, que en la madeja de las contradicciones políticas y militares, sufre la investida de los guerrilleros de la UNITA y el abandono en que el gobierno lo dejó. Es este catete frustrado que, a pesar de haber votado a favor del MPLA en las elecciones de 1992, todavía no tiene agua de la llave, escuelas dignas para sus hijos ni hospital.
Es este mismo Catete que se confronta con el desempeño de sus hijos, con el analfabetismo y la huída de su gente, por ser excesivo su sufrimiento. Es a este Catete, que en el momento del dolor y del luto, se le hacen promesas cínicas, de un “futuro mejor” y, soporta un comportamiento dudoso de quien gobierna y lo debería proteger. ¿A fin de cuentas, quién está dando tanto machetazo en las espaldas del pueblo, tan fiel al MPLA? ¿O será este el precio de la fidelidad y la coherencia?.
Catete fue atacado a las 5:30 de la mañana empezaron tiroteo y bombardeo que se prolongó hasta las 8:30 horas en que los atacantes entraron al patio de la parroquia en número aproximado de 150 personas, entre soldados, mujeres y niños, para saquear todas las dependencias, cargando con sacos de alimentos o medicinas principalmente, así como ropa, manteles, ornamentos y vasos sagrados. Luego huyeron, anticipándose a un probable amago de las tropas del ejército nacional.
El convento y la casa nueva de los padres fueron respetados hasta cierto punto, aunque quedaron dañados por los proyectiles que se les impactaron. Los muertos, al parecer, fueron treinta por ambas partes. Algunos fueron asesinados, otros cayeron durante el fragor de la batalla y otros perecieron días después, a consecuencia de las heridas.
En la Misión, ninguna persona fue tocada, gracias a Dios.
Todas las partes de la notaría fueron rescatadas. Las dos computadoras
y las dos copiadoras, aunque golpeadas, continúan funcionando. Los
vehículos fueron afectados parcialmente. Sólo el Toyota de
las religiosas y el generador de la parroquia, que estaban en reparación,
quedaron inservibles por haberles prendido fuego junto con los demás
carros que se encontraban en el taller.
Estuvieron presentes las hermanas Joana y Avelina de las Esclavas de la Eucaristía, así como la hermana Tereshina de las Franciscanas de San José, quien pasaba unos días en Catete y, providencialmente pudo acompañar en esos momentos a las veinticuatro niñas del internado y a las otras religiosas. Los padres eran Miguel Angel y Juan Antonio de los Misioneros de Guadalupe.
El objetivo, sentido y la misión de Jesús en la tierra fue la implantación del reino de Dios, un Reino de justicia, paz y amor por los pobres y marginados. Un Reino donde no habrá miseria humana, división entre ricos y pobres sin clase, donde todos serán tratados con la misma dignidad de hijos de Dios y tendrán vida y “vida en abundancia” (Jn 10,10). Es motivado por ésta y otras propuestas de nuestro Señor Jesucristo, que a once años sentí de modo especial, interpelado por el Señor e ingresé al seminario Menor de mi tierra en Sumbe. Terminado este ciclo, inicié el curso de filosofía en 1992. Fue en ese año que tuve la suerte de establecer el primer contacto vivencia con los Misioneros de Guadalupe y, por ellos con el pueblo mexicano.
Hoy, contando que son más de siete años, ya tengo una hipotética evaluación más ó menos regular del contacto que tuve con ellos. Comenzamos en el seminario Mayor de Luanda la creación de un ambiente vivencial que conseguir fundir de la mejor forma el mexicano al angoleño, verdad se diga, nunca conseguí encontrar grandes diferencias en aquello que demás profundamente humano cada uno de nuestros pueblos encierra dentro de sí.
Encontré en el día a día con los misioneros, muchos hábitos y costumbres que realmente también existen entre mis compatriotas: la solidaridad, el respeto por el más viejo, el servicio, etc. Pienso que es valiéndose de eso que buena parte de los misioneros oriundos de México, de forma particular y de América Latina en general, ha tenido facilidades en adaptarse a la realidad angoleña.
En estos últimos días de mi curso de teología,
tengo buenos recuerdos de algunos Misioneros de Guadalupe que, realmente
dejaron en mí una marca indeleble para toda la vida futura, fueron
tan marcantes en su manera de ser, en su amor a la causa misionera y, sobretodo,
en el fácil y agradable trato humano que me parece una perla del
pueblo mexicano. Sé que si quisiera nombrar todos los mexicanos
que conocí y me marcarán, tal vez sea imposible por el espacio,
pero por imperativos de conciencia me gustaría me gustaría
citar los nombres de los padres: Juan José Luna, Martín Cisneros,
Miguel Ángel Hernández, Odilón Borjas, Javier González,
José Luis Torres y José Carlos Romero. Dos actitudes fundamentales
aprendí y confirmé con ustedes: “agradecer y disculparnos
siempre y confiar en Dios providente que se revela en los actos dirigidos
del hermano”.
Por todo esto sé que, lo que somos hoy, es fruto abnegado de
un pasado forjado por un “Yo” y por un “nos” desinteresado.
Gracias por sus lecciones de humanismo.
¡La Virgen de Guadalupe nos acompañe siempre!