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APRENDIÓ A HABLAR PARA QUEDARSE MUDO P. Héctor Díaz, M.G.
CHINA, LA IGLESIA EN HONG KONG DESAFÍA AL GOBIERNO CHINO
EL PAPA PROCLAMA LA SANTIDAD DE 120 MARTIRES DE CHINA
MARÍA, REINA DE CHINA
P. Higinio Arenas, S.J. Misionero
en Taiwán, China
Los monasterios establecidos en la “Montaña de la Cabeza de León” ofrecen parques y sitios de recreo, que atraen a familias enteras. En los días de descanso, la montaña se llena de fieles que van con sus hijos, hacen reverencia en una o dos de las pagodas de su devoción, saludan a los bonzos y se retiran a los parques para pasar el día. Otros en la misma montaña, antes de llegar a la pagoda, suben doscientos o trescientos escalones, haciendo una “reverencia” cada tres pasos; es decir, que cada tres pasos se arrodillan y hacen una inclinación profunda hasta tocar el suelo con la cabeza. Son los que se dirigen a Buda pidiéndole protección especial para un caso concreto. Buda, para ellos, es un Santo que les puede proteger.
No lejos de la “Montaña de la Cabeza de León” hay un bonzario aislado adonde van también a pasar días de silencio; se llama “Ren-Chen”. Una profesora de inglés, que suele ir con frecuencia a pasar uno o dos días, escribía: “Los que van tienen facilidades para practicar el ‘zen’. Es un sitio silencioso y tranquilo”. Más al sur de Taiwán, en la región de Nantou, se encuentra el famoso monasterio en el que más de doscientos aprendices de bonzos estudian el budismo y las ceremonias budistas. Consta de varios edificios, todos de estilo chino y, en los días de descanso, este monasterio se ve concurrido por peregrinos que vienen de todos los rincones de Taiwán. Cuando uno va acercándose al monasterio se ve, con frecuencia, a los peregrinos que, en filas, poco a poco van haciendo la ceremonia de “cada tres pasos una reverencia”.
Asisten a las ceremonias budistas, sencillas y reverentes, realizadas en salas presididas por la imagen de Buda y de una elegancia parecida a la del palacio de los antiguos emperadores. Sólo el asistir a esas ceremonias da sentimientos de lo espiritual, aunque se fundan en el vacío budista. “Pasar allí uno o dos días –escribía un visitante-, ayuda a olvidar tus problemas, pero no los resuelve. Caí en la cuenta que los bonzos no te resuelven ningún problema. Suelen repetir con frecuencia: ‘Calma, todo pasará, no hay que apurarse. Esa dificultad que te ha venido es en razón de los pecados que has cometido en vidas anteriores. No tienes que vengarte; acepta esas dificultades, llévalas con paciencia y todo se resolverá…’”
El budismo cree en la reencarnación, y todo lo explica fundándose en esa teoría. Un niño que nace inválido, es porque en su vida anterior fue un malvado y ahora tiene que reparar esos males. Otro nace bien dotado, es porque en vida anterior fue muy virtuoso. Es una teoría sin fundamento real. Gracias a la revelación de Jesucristo sabemos que la reencarnación no existe; pero, el budismo aún ignora la fe que Jesucristo nos ha traído y se atiene a lo que es común entre ellos.
A pesar de todo, un visitante a ese monasterio
de Ling Yen Shan admiraba la vida austera de los bonzos y de los aprendices
de bonzo: “Se levantan a las dos y media de la madrugada y tienen sus rezos
que duran más de una hora. Después de un frugal desayuno,
se dan a sus actividades de estudio, de cuidado de los alrededores de la
pagoda, de la limpieza del interior, etc. Los visitantes que asisten a
sus rezos tienen que vestirse de una bata china y seguir el ritual. Observan
la abstinencia budista todo el año, es decir, que no comen ni carne
ni cosa que venga de animales, como peces, huevos, etc.” No es fácil
la vida en un monasterio, sobre todo con una doctrina fundada en el vacío.
Sin embargo, los que buscan lo espiritual se acercan a los monasterios
budistas por lo menos para tener cierto sentido de lo ultraterreno. Viven
con la esperanza de poder tener una vida feliz en futuras reencarnaciones,
o, si están ya purificados, desaparecer en la madre naturaleza de
donde venimos… Nada dicen de Dios creador, y mucho menos saben que ese
Dios nos trata como un Padre trata a sus hijos.
HONG KONG, 31Oct. (ZENIT.org).- El pasado Domingo 29, con una solemne misa en honor de los 120 mártires chinos recién canonizados por Juan Pablo II, los católicos de la Diócesis de Hong Kong demostraron su amor al Papa y a su País, China.
Según informa la agencia misionera Fides de la Santa Sede la celebración fue presidida por el Cardenal John Baptist WuCheng-Chung, quien estaba acompañado por el obispo coadjutor Zen, el obispo auxiliar John Tong y el abad Clement Kong, del monasterio trapense de Nuestra Señora de la Alegría. Asistieron más de 1,200 personas, en su mayoría católicos locales, así como 120 sacerdotes locales y misioneros. Al anunciar la noticia de la canonización de los mártires, que tuvo lugar el pasado 1o de Octubre, el Gobierno de Pekín había prohibido ceremonias públicas en China en honor de los nuevos santos y había advertido también a la Diócesis de Hong Kong que se abstuvieran de organizar fiestas o, al menos que fueran de poca importancia.
El Gobierno, recuerda Fides, lanzó una campaña contra los nuevos santos, a quienes llamó <<enemigos del pueblo>> e <<instrumentos del imperialismo occidental>> y hombres de <<costumbres disolutas>> ( a los misioneros mártires). No hubo ninguna toma de posición ni críticas durante la Misa en la Catedral Inmaculada Concepción de Hong Kong, llena hasta los topes, aunque el evento en sí mismo y su impresionante solemnidad han sido una advertencia al Gobierno del Continente para que examine su visión superficial de la historia, explica Fides. Contrariamente a la imagen de una Iglesia <<ligada al imperialismo occidental>>, la ceremonia tuvo un claro color chino. Se dio la bienvenida a las reliquias bendecidas como se hace con las <<tablillas familiares>> con incienso, con reverencia y con música tocada con instrumentos tradicionales.
La Iglesia de Hong Kong se declara a sí misma descendiente de los mártires chinos. En primer lugar, porque los institutos misioneros a los que pertenecían los misioneros mártires tienen comunidades en Hong Kong actualmente. Además, la homilía de la Misa fue pronunciada por un descendiente directo, el Padre Francis Li, de Taiyuan, que contó la conmovedora historia del martirio de su abuelo Li Zhongyi y su tío Li Shiyan. Los dos se encuentran entre los 120 canonizados. S u padre escapó milagrosamente de la muerte. Su cuerpo fue encontrado días después entre un montón de cadáveres, estaba seriamente herido en la cabeza, había perdido mucha sangre, pero estaba vivo.
El padre Li niega la interpretación
política e ideológica dada por Pekín a la canonización,
diciendo que la muerte de los católicos chinos asesinados durante
la Revolución de los Boxer fue sin duda un acto de martirio: <<Si
a ti te ordenan apoyar al Gobierno de la dinastía Qing y tú
eres asesinado por hacerlo,
esto podría no ser considerado martirio. Pero los Boxer ordenaron
a los misioneros y a los cristianos que renunciaran a su fe. Fueron asesinados
porque rechazaron hacerlo. Esto se llama: martirio>>. Con ironía,
agradeció el Gobierno chino sus críticas que han servido
para dar más publicidad al evento: <<Esto ha ocasionado que
todos en Hong Kong y en todo el mundo hayan sabido que la Iglesia Católica
iba a celebrar una ceremonia de canonización.
Se ha despertado la curiosidad entre
quienes oían las noticias y hacían preguntas como ¿Qué
es una canonización? ¿Quienes son los que van a ser canonizados?
¿Porqué van a ser canonizados? ¿Porqué hay
gente que se opone a la canonización?.
EL PAPA PROCLAMA LA SANTIDAD DE 120 MARTIRES DE CHINA
CIUDAD DEL VATICANO,1o Oct.(ZENIT).-Juan Pablo II proclamó hoy solemnemente la santidad de 120 mártires asesinados en China entre 1648 y 1930; así como la de tres mujeres pioneras: katherine Drexel, apóstol de las personas indígenas y de color en estados Unidos; Giuseppina Bakhita, esclava sudanesa; y María Josefa del Corazón de Jesús Sancho de Guerra, primera santa vasca.
Ha sido el primer día en que la
lluvia ha interferido en las celebraciones del Jubileo del año 2.000
en Roma. La inesperada afluencia de 70 mil peregrinos, impidió que
la misa se celebrara en la basílica vaticana, pues no podía
acoger ni a una sexta parte de los presentes.
De este modo, la gente congregada en la
plaza de San Pedro , se convirtió en ocasiones en blanco de las
ráfagas de lluvia que azotaron en ésta mañana
la Ciudad de Roma. El mal tiempo, sin embargo, no desalentó a los
fieles, que se defendían como podían con paraguas. cantos
y oraciones en chino y árabe acompañaron al latín
del gregoriano, durante una colorida liturgia.
Mártires en China.
Juan Pablo II comenzó su homilía
ofreciendo el ejemplo de los mártires que derramaron su sangre en
China <<¿No es el Año Santo el momento más adecuado
para hacer que resplandezca su testimonio heroico?>>, se preguntó.
En concreto, mencionó el ejemplo de Anna Wang, una niña de 14 años. que <<resistió a las amenazas de su verdugo, quien la invita a apostatar y, preparándose a la decapitación, con el rostro radiante, declara:<<La puerta del Cielo está abierta para todos>> y murmura tres veces: <<Jesús>>.
Otro de los mártires chinos a los que hoy llamarán <<santo>> los mil millones de católicos del mundo es Chi Zhuzi, de 18 años. <A quienes le acababan de cortar el brazo derecho y se preparaban para desollarlo vivo -evocó el obispo de Roma-, grita impávido: <Todo pedazo de mi carne, toda gota de mi sangre os repetirán que soy cristiano>>.
Entre estos mártires, 87 eran chinos y 33 eran misioneros extranjeros. La mayoría fueron asesinados en la revolución de los boxes de finales del siglo XIX e inicios del XX, nombre con el que se conocía en inglés a los miembros de un partido político religioso chino (llamado: <Yihuetuan>), que declararon la guerra a los europeos y al colonialismo que emanaba se su presencia en Asia. Como los misioneros eran occidentales, los cristianos se convirtieron en uno de los objetivos preferidos de sus ataques.
Juan Pablo II afirmó que la canonización
de estos hombres y mujeres (entre los que hay varios niños) <<no
es el momento adecuado para formular juicios sobre aquellos períodos
históricos: se podrá y se tendrá que hacer en otra
sede. Hoy, con ésta solemne proclamación de santidad, la
Iglesia sólo pretende reconocer que aquellos mártires son
un ejemplo de valentía y de coherencia para todos nosotros y, rinden
honor al noble pueblo chino>>.
Los cristianos de China siempre han tenido especial predilección por la Santísima Virgen, a quien consideran su Reina. En China, aunque los cristianos son una minoría, con todo, allí donde hay grupos de cristianos, siempre se encuentran iglesias dedicadas a la Santísima Virgen, que fácilmente se hacen centros de peregrinación.
En las afueras de Shanghai, y sobresaliendo en medio de una llanura, hay una colina, en la que los misioneros habían construído una iglesia y una residencia bastante amplia. La iglesia estaba dedicada a la Virgen, y, en vez de la cruz de la torre, había una imagen grande de la Virgen, de pie, teniendo con los brazos en alto, por encima de la cabeza, al niño Jesús que, con sus brazos extendidos, de lejos daba la impresión de ser una cruz que bendecía la llanura. Por el lugar le llamaron la Virgen de Zose, (Seshan) y era centro de peregrinaciones especialmente para los cristianos de Shanghai que solían hacer el recorrido –unos 40 kms.- a pie. Eran días tristes en que llegaban noticias de las victorias de los comunistas; por eso la oración era más apremiante.
El 25 de mayo de 1949, Shanghai caía en manos de los comunistas. La Virgen de Zose, ya no vería a los cristianos entrar en la iglesia; sólo algunos valientes se acercaban ocultamente a los alrededores de la iglesia para rezar y pedir a la Virgen fortaleza en la fe y la vuelta de la libertad de religión para China. Pasaron años, y el santuario ¡cerrado! Dedicado a otros usos por los comunistas, perdió el esplendor de los días de las grandes peregrinaciones. Pero la Virgen de Zose seguía en el corazón de los cristianos que sufrían y rezaban por la libertad religiosa que habían perdido.
Hacia el año 1976, con la muerte de Mao Tse-tung, la China comunista comenzó a cambiar y las puertas del santuario también se abrieron, como las de otras muchas iglesias y pagodas de China. ¡La Virgen había escuchado las oraciones de sus hijos! El nuevo gobierno, para aparentar libertad religiosa, concedía abrir un seminario en la antigua residencia de Zose; ayudó a ampliarla y arregló el templo mariano. Los cristianos empezaron a reanudar abiertamente sus peregrinaciones al santuario.
Hace diez años, para la fiesta del 31 de mayo, se reunieron unos 3,000 peregrinos, que agradecían a la Santísima Virgen la libertad religiosa, que poco a poco iban consiguiendo.
El chino es consciente de la necesidad de la virtud para que haya paz y progreso en la nación, pero también sabe que es necesaria la ascética para conseguir esa virtud, es decir, hay que controlar las acciones y sentimientos humanos para someterlos a la conciencia y al ejemplo de los antepasados. El budismo ha tenido éxito en China porque da al chino un método sencillo de ascética que responde a sus tradiciones. Se encuentran pagodas y boncerías en lo alto de las montañas, en sitios retirados, donde el devoto tiene que hacer esfuerzo para llegar allí, y quemar una varita de incienso. De ahí que el ir a los santuarios de la Virgen se difundió fácilmente, porque entra dentro de la tradición china.
En Taiwán, a 20 kms de Hsinchu en una colina que domina la región de Shykuang, los misioneros edificaron una gruta imitando la de Lourdes, con la imagen de la Inmaculada. Al lado construyeron también una iglesita. Los misioneros pensaban obtener la bendición de la Virgen, y así ha sido. Los domingos, especialmente los del mes de mayo y de octubre, la gruta se ve rodeada de grupos de fieles que vienen de lejos y suben los 520 peldaños de la escalinata que lleva de la carretera a la gruta en la cumbre de la montaña.
Al hablar de la devoción a María en China no puede omitirse la fiesta de la lnmaculada Concepción, en Wanchin, al sur de Taiwán. Se reúnen, cada año, miles de cristianos venidos de toda la isla. El Papa Juan Pablo II, en el año 1984, concedió a este santuario el título de Basílica Menor, no por las dimensiones del edificio, sino por ser la primera iglesia y la más antigua de Taiwán.
Los misioneros en China somos muy pocos. También eran pocos los fieles y los apóstoles que creían en Jesucristo cuando éste subió a los Cielos. Pero María estaba con ellos, y Ella también está ahora con nosotros.
P. Higinio Arenas, S.J.
Misionero en Taiwán, China.