CAPITULO VII

 EL DOCTOR DA POR PERDIDO EL CASO DE HOPE

Me apresuré hacia la iglesia Bautista que estaba usada como hospital, gritando su nombre. La encontré. ¡Ay! ¡Oh, Señor! Casi estaba muerta. Pregunté por los niños; ambos estaban bien debilitados, estaban en casa de mi suegra. Me arrodillé al lado de la cama donde ella estaba acostada. Sus ojos me miraron dando a entender su intenso sufrimiento, mientras yo cogía su delgada y pálida mano en la mía y oraba de lo mejor que yo sabía; pero aparentemente sin ningún resultado, no había contestación. Ella empeoraba. Un practicante me preguntó: "¿No es Ud. amigo del Dr. Sam Adair?" "Sí." Déjeme decirle, reverendo, su esposa se va." Suplicando le dije: "Seguramente que no." "Sí", contestó él gravemente y se fue.

 

DESESPERACION- ENTONCES UN SUEÑO DEL CIELO

Regresé a casa y traté de limpiarla lo mejor que pude de los resultados de la inundación. Ya el doctor Adair me había dicho que podía traer a mi esposa y los niños a casa, por eso ya había tratado de hacer de aquel sitio lo más confortable que me fuera posible. La lucha que tuve para salvarlos fue grande -los envié a un especialista a Louisville, pero fue en vano, ya estaban demasiado graves.

Yo estaba seguro que mi esposa no sabía esto. Ella fue muy valiente durante toda esta lucha. La volvimos a llevar al hospital para darle el tratamiento debido. Nada la mejoraba. Le tomamos rayos X y encontramos tuberculosis penetrando más y más en los pulmones.

LLAMADA DE EMERGENCIA

 Un día me llamaron al trabajo. . . (yo estaba trabajando para salir de deudas. Ya debía cientos de dólares.) Me dijeron: "Si quieres ver a tu esposa viva, ven inmediatamente." Me monté en mi carro y aprisa me dirigí al hospital. Subí las escaleras tan pronto como pude y la primera persona que encontré en el pasillo fue mi buen amigo el Dr. Adair. El y yo hemos sido como hermanos desde pequeños. Cuando lo miré supe que tenía malas noticias para mí.

Me dijo: "Temo que ya se haya ido." Cubrió su rostro y se fue a la antecámara. Traté de contenerme; le dije. "Ven conmigo, Sam." "No puedo", me contestó, "ella ha sido como una hermana para mí, no puedo volver al cuarto, Bill"

Me dirigí solo al cuarto, entonces él llamó a una enfermera para que entrara conmigo. Cuando la vi, creí que ya estaba muerta, Tenía el rostro cubierto con una sábana. Solo quedaba un esqueleto de lo que ella era. . . tan pálida y delgada.

¡Oh, Señor! La tomé por la mano y comencé a despertarla. Yo gritaba, "Amor, contéstame. Señor por favor permite que vuelva a hablarme aunque sea por última vez." Ya ella había cruzado al otro lado. . . Pero de repente ella se volteó y me miró. Ella abrió aquellos grandes y bellos ojos castaños. Trató de levantar sus brazos para recibirme, pero estaba tan débil, entonces yo me acerqué a ella.

Entendí como que ella quería hablarme, quería decirme algo. Amigos, esto fue lo que ella me dijo (en parte). Estará en mi memoria hasta que la vuelva a ver.

 

 HOPE DESCRIBE EL PARAISO

Ella dijo: "Ya casi me había ido. ¿Por qué me llamaste?" Le dije que yo no sabía que la había interrumpido. Ella comenzó a describir el paraíso de donde yo la había llamado, ¡cómo era aquello. . .! Árboles hermosos, flores, pajaritos cantando, no había más dolor en su cuerpo. De momento pensé que no debí haberla llamado. . . (pero dichoso su corazón, ella ha estado gozando de ese lugar desde entonces). Ella revivió por un momento, y me dijo que ella había sido llevaba a su lugar por un ángel. Ella oyó que yo la llamaba desde bien lejos, a la distancia.

Amigos, hay una ciudad más allá del río, en algún sitio en el más allá. Quizás a millones de años luz de distancia, pero está ahí. . . y nosotros nos dirigimos hacia ese lugar.

 

RECUERDA PEQUEÑECES EN SUS ULTIMAS HORAS

 Ella me describió lo hermoso que era aquel sitio. Me dijo: "Amor, tú has predicado de él, has hablado de él, pero tú no puedes imaginarte lo maravilloso que es." Ella deseaba volver a aquel lugar. Se detuvo un momento y me dijo:

"Hay dos o tres cosas que quiero que sepas." Le pregunté: "¿Qué es?

"¿Recuerdas, Bill", -comenzó ella "una vez que tú fuiste a comprarme un par de medias? " (Recuerdo esa ocasión. Ella se estaba vistiendo para ir conmigo a un servicio a Fort Wayne y necesitaba un par de medias).

Me dijo que fuera a comprarle un par "tamaño completo" (full size) de rayón o chiffón. Yo nunca había podido recordar nada que tuviera que ver con ropa de mujer, entonces me fui calle abajo repitiendo dentro de mí: "Chiffon, chiffon." Alguien me saludó, y yo le contesté: "Hola, chiffon, chiffon."

Entonces me encontré con un amigo más adelante, y comenzó a decirme cuán buena estaba la pesca, me puse a hablar con él y se me olvidó la clase de medias que iba a comprar. Yo iba a comprarlas en Penney's; entonces recordé que allí trabajaba una muchacha que yo conocía, y sabía que ella me podía ayudar, si le contaba la situación.

Me apresuré al lugar. . (el nombre de ella era Therma Ford, ahora es vecina mía). Le dije: "Therma, quiero comprar un par de calcetines para Hope." Ella se rió en mi cara. "Estás equivocado, Billy, Hope no usa calcetines, ella usa medias." Le dije:

"Pues dame un par de medias."

Ella me preguntó: "¿Qué clase de medias quiere ella? " Entonces le pregunté:

"¿Qué clase tienes? " -esperando que ella mencionara la clase de medias que yo buscaba, pero que se me había olvidado-, ella dijo: "Rayón, chiffón, etc." Desafortunadamente mencionó primero el que no era, pero como se me pareció al que Hope me había dicho, le dije: "Ese mismo es."

"¿Tú quieres decir que Hope quiere medias de rayón? " Me preguntó ella. "Eso fue lo que ella me dijo", le contesté. Entonces ella las envolvió. Cuando fui a pagarlas encontré que sólo costaban 39 centavos, entonces le compré otro par.

Cuando llegué a casa para entregarle las medias, empecé a embromaría, (Uds. saben cómo al hombre de la casa le gusta echárselas de ser un buen comprador). Le dije que esta vez había sido yo el que había encontrado algo especial, entonces le di las medias.

Ella no me dijo nada, pero noté que no estaba muy satisfecha. Entonces cuando llegamos a Fort Wayne noté que volvió a comprar otras medias allá. Ella era lo suficiente dama para no decirme que había cometido un error en aquel instante, pero en esas pequeñeces pensaba ella en la hora de su partida.

  

AHORRA DINERO PARA COMPRARLE UN RIFLE A SU ESPOSO

Su vida iba decayendo, pero ella continuaba, "¿Te acuerdas del rifle que tú querías comprar en Louisville y no tenias para comprarlo? " Qué bien me acuerdo de eso. . . siempre he sido un cazador y cuando vi aquel rifle en particular, pensé, cuánto me gustaría tener ese rifle.

"Si", -yo trataba que ella no viera mis lágrimas-. Continuó ella diciendo: "Yo he estado ahorrando todos mis centavitos para comprártelo. Yo casi me voy ya, pero cuando llegues a casa encontrarás el dinero debajo de un papel en la parte de arriba de la alacena."

Ud. nunca podrá imaginarse cómo yo me sentí cuando encontré aquellos seis o -siete dólares. Ella los había estado ahorrando para comprarme aquel rifle. Lo compré y todavía lo tengo, y lo tendré mientras pueda, y luego se lo daré a mi pequeñito.

 

SUS ULTIMAS PALABRAS

Recuerdo que fue en esta ocasión que ella me dijo que no me quedara soltero, que buscara una buena muchacha cristiana llena del Espíritu de Dios para que cuidara a los niños. Yo no quería prometerle eso, pero finalmente lo hice por complacerla. Minutos después me dijo débilmente: "Bueno, Bill, ya me voy para el otro lado."

"No hables así", le rogué.

"No me preocupa irme", me dijo, "después de haber visto lo maravilloso que es."

"¿De veras que te vas ahora, querida? ", le pregunté con lágrimas en mis ojos.

"Sí, me voy", ella me dijo, "¿me prometes predicar este precioso evangelio siempre? "Se lo prometí.

Me dijo: "Bill, Dios te va a usar." (Dichoso su corazón... a veces pienso si Dios la dejará mirar sobre nosotros mientras vamos de un sitio a otro cumpliendo nuestro ministerio, tratando de obedecer el llamado que ella sintió que Dios enviaría).

Ella siguió hablando: "Tú has sido un buen esposo." Cerca de nosotros estaba parada la enfermera y ella le dijo: "Quisiera que tú tuvieras tan buen esposo como lo he tenido yo." Eso casi destrozó mi corazón, pero sabía que tenía que contener me por motivo de ella.

Traté de sonreír y le dije: "Querida, si te vas, te enterraré allá en Walnut Ridge hasta que Jesús venga. Y si yo también durmiese antes de ese tiempo, probablemente estaré a tu lado." Le dije: "Si no, estaré en el campo de batalla en algún sitio."

Mientras sus suaves ojos castaños se iban apagando, seguí diciendo: "Cuando llegues allá a la nueva Jerusalem. . . busca en la parte éste del portón y comienza a llamar mi nombre. . . Cuando veas a Abraham, Isaac y Jacob, Pablo, Esteban y los demás subir allá, querida, yo estaré allí." Ella hizo que me bajara y se despidió de mí dándome un beso... Entonces se fue para estar con el Señor.

Aquí estoy. . . batallando todavía, trabajando, haciendo todo por cumplir esa promesa.

 

AVISAN QUE SU NIÑA SE ESTA MURIENDO

Después que ella partió, fui a casa para ver cómo estaban los niños. Desesperadamente buscaba tranquilidad mental. Fui a casa de mi madre. . . fui a nuestra casa, la de Hope y mía. Nada me satisfacía. No podía descansar. Muchos de Uds. Saben lo que quiero decir.

Aquella noche me fui a la cama y traté de dormir. Alguien tocó a la puerta.

Pensé: "¿Qué podrá ser ahora. . .?" Una voz llamó y dijo: "Billy, tu pequeña se está muriendo."

Nunca podré olvidar aquella noche que me dieron la noticia. Yo dije: "Oh, Señor, ¿qué es ésto?" Como si no fuese suficiente la muerte de mi esposa en aquel día, este amigo viene con la noticia de que mi pequeña se está muriendo. Cuando nos montamos en su camioneta para ir a vera la pequeñita, pensé que la vida ya estaba por terminar. ¿Cómo era posible que estas cosas sucedieran?

Cuando llegamos, la encontramos bien grave, casi muriéndose. El Dr. Sam Adair, la había examinado. El me dijo que ya no sabía qué más hacer por ella, pero de todas formas avanzamos con ella hacia el hospital. Allí también un especialista dijo que había muy poca esperanza. Me llevaron al laboratorio del hospital y allí me enseñaron el germen que le habían sacado de la espina dorsal.

Ella tenía meningitis espinal que la había contraído de su madre. No había oportunidad alguna de que ella pudiera mejorar. Ella sin duda moriría muy pronto. No puedo expresar con mis labios cómo aquellos desgarró mi corazón. Todo lo demás iba mal y además esto estaba sucediendo. Esto nos lleva a pensar que Ud. nunca sabe lo que le espera en el futuro.

Luego fui al sótano a ver mi pequeñita, pues allí tienen los casos aislados. Allí la vi acostadita. Cada vez que pienso en esto, mi corazón se aflige dentro de mí.

Era verano y el personal estaba tan atareado, que yo sabía que no le estaban dando la atención debida. Al entrar al cuarto la miré y ella también trató de mirarme.

Ya ella era lo suficientemente grande para estar gordita y juguetona. La pobrecita no se había podido recuperar del espasmo que le causó la meningitis. Estaba en una condición horrible. ¡Oh, qué escena tan triste!

Me arrodillé cerca de la cama y comencé a orar. Yo gritaba: "Señor, por favor, no te lleves a mi nena." Yo sabía que había cometido un error al no haber dejado todo a un lado para dedicarme por completo a la obra evangelística. Yo creo que para entonces el don estaba listo para ser manifestado, pero yo había sido negligente en ir.

Me tiré al piso y comencé a orar y a clamar pidiéndole a Dios que le salvara su vida. Parecía como si una cortina negra colgaba en medio, y ella se hundía. Me levanté, la miré y le dije: "Sharon, ¿no conoces a papá? " Creo que ella sabía que yo estaba allí. Parecía como si tratara de mover su pequeña mano y sus labios temblaban como si quisiera llorar. . . Fue trágico. Su agonía fue tanta que sus ojitos se le cruzaron. ¡Oh!, Cada vez que veo un niño con los ojos cruzados me acuerdo de aquella ocasión, cuando los ojos de mi niñita se cruzaron de tan hondo sufrimiento. Uds. que tienen niños, se imaginan cómo yo me sentía.

 

MADRE E HIJA ENTERRADAS JUNTAS

Oré y puse mis manos sobre ella. Pero los ángeles vinieron unos momentos después y llevaron a la pequeña a estar con su mamá. Yo regresé a casa solitario y preocupado. Dos días después la enterramos en los brazos de su madre.

Me acuerdo parado junto a la tumba con mi corazón destrozado. El Hno. Smith, ministro de la iglesia metodista de la ciudad, predicó un sermón para ambas. ¡Oh, cómo me sentía! Fue algo demasiado fuerte de soportar. De algún modo, al ver moverse las hojas de los árboles, me vino a la memoria aquel viejo himno:

"Hay una tierra más allá del río,

que ellos llaman la dulce eternidad.

Y sólo a su orilla llegaremos

bajo el manto de fe.

Uno a uno llegaremos al portal,

allí a morar con inmortales,

cuando suenen las campanas a ti y a mí."

Yo sé que algún día la tumba tendrá que abrirse, porque en Jerusalem hay una tumba vacía. Sé que su tumba también habrá de abrirse, porque ellas creyeron en Jesucristo, su Redentor resucitado.

Regresé a casa y comencé a trabajar, tratando de hacer todo lo que estaba a mi alcance para pagar todas mis grandes deudas que tenía. Recuerdo una mañana cuando leía un aviso en un poste de la carretera 150, cerca de New Albany. Yo cantaba dentro de mí: "En el monte calvario estaba una cruz, emblema de afrenta y dolor." El sol brillaba mucho aquella mañana, y el poste formaba una sombra sobre una colina frente a mí, fue en tal ángulo que la sombra que proyectaba sobre la colina estaba formando una cruz.

¡Allí estaba la cruz nuevamente!

 

DESALIENTO Y DESESPERACION POR LA MUERTE DE LOS SERES QUERIDOS

Yo quería irme y estar con mi familia. La vida ya no tenía nada que ofrecerme. Todo para lo cual yo vivía estaba en el otro mundo, sin ellos, mi destrozado corazón no podía encontrar el coraje suficiente para seguir luchando. . . Pero creo que fue la voluntad de Dios que el don se mantuviera. . El tenía un plan, el cual habría de llevarse a cabo. Yo estoy seguro que todas esas tragedias y profundo dolor por lo que tuve que pasar, fue con el propósito de traerme al lugar en donde El me pudiese usar. Dios sabe qué conviene mejor.

Me bajé del poste, estaba todo sudado. Me quité los espuelines, dejé de trabajar y me fui para casa. Entré a la casa y desesperadamente trataba de buscar algo que mitigara el dolor que embargaba mi alma. Pero nada parecía aliviar mi pena y mi dolor. ¿Qué podría remediar una casa vacía. . .? Todo en la casa estaba tal como ella lo había dejado. Todo cuanto miraba me hacia recordarla.

Mientras caminaba por la casa con esta herida sangrando en lo profundo de mi ser, de repente puse mi vista en una carta que había llegado. En el sobre leí las siguientes palabras:

Srta. Sharon Rose Branham

Mi corazón volvió a estremecerse nuevamente. Era una carta del Banco con un cheque dentro que le habían devuelto, creo llegaba a la suma de $1,80.

¡Oh! , Comencé a llorar como un niño tirado en el piso. Estaba tan deprimido todo parecía tan difícil de sobrellevar. Allí de rodillas le dije: " ¡Señor, si Tú no me ayudas, no sé qué haré!"

 

CAE EN UN PROFUNDO SUEÑO... SUEÑO DEL CIELO

De repente caí en un profundo sueño. . . (lo cual fue un grato alivio). Mientras dormía, soñé que estaba en el oeste (yo siempre he amado el Oeste); caminaba por aquel sitio con un par de botas puestas y un sombrero muy grande, típico del Oeste.

Pasé por el lado de uno de esos vagones cubiertos; tenía una rueda rota, y yo estaba silbando el himno, "La Rueda del Vagón está Rota." Me asombré al ver una muchacha de unos 17 ó 18 años. Parecía un ángel parada allí vestida de blanco, su bella cabellera rubia movida por el viento y sus bellos ojos azules brillando.

Le dije: "Buenos días, señorita", y seguí caminando; pero ella dijo:

"Hola papá."

Le dije: "Perdóneme, pero no entiendo. ¿Cómo puedo yo ser su padre? ¿Cómo, si somos de la misma edad? Ud. está equivocada."

"Papá, lo que sucede es que tú no sabes dónde estás", contestó ella. "Abajo en la tierra, yo era tu pequeña Sharon."

Le dije: "Tú no eres ella."

Ella me dijo: "Sí, allá en la tierra yo era tu pequeña Sharon."

"Pero si tú eras una niñita", le dije.

Entonces ella me trajo a la memoria: "Papá, ¿no te acuerdas de tu enseñanza en cuanto a la inmortalidad?

Le dije: "Seguro que sí, me acuerdo de lo que he enseñado de eso. Entonces. ¿Es por eso que tú estás así aquí?

"Papá, ¿dónde está Billy Paul? ", Me preguntó (ese es el niñito). Le dije que había estado conmigo hacía unos minutos.

Me dijo: "Mamá te está buscando, papá; yo me voy a quedar aquí a esperar hasta que Billy Paul venga."

"¿Dónde está mamá? ", le pregunté.

"Mira hacia tu derecha", me dijo. Miré alrededor hacia mi derecha. ¡Oh, parecían como dardos de una luz gloriosa alumbrando sobre la montaña! Hermosas mansiones entre lomas verdes, flores, árboles. ¡No hay lenguaje que sea capaz de describir lo que estaba viendo!

Sharon me señaló una de aquellas mansiones, y me dijo que fuera allá, que aquel era mi hogar y que mamá me esperaba allí. "¿Mi casa? " Pregunté asombrado. "¿Cómo puede ser? Nunca he tenido casa."

"Está bien, papá, ahora tienes una. Vete allá ahora, que yo esperaré a mi hermano."

 

 SE ENCUENTRA NUEVAMENTE CON SU ESPOSA

 Comencé a subir por un pequeño camino que conducía a la mansión; cuando llegué a este hermoso lugar, vi a mi esposa que salió a recibirme bellamente vestida de blanco, su bella cabellera negra le caía sobre sus hombros. Yo no puedo expresar con palabras lo que sentí al verla nuevamente.

Le dije que me explicara todo aquello. No podía entender cómo podía ser esto.

Hablamos juntos, como siempre lo habíamos hecho, le decía cómo nuestra pequeña niñita ya había llegado a ser una joven tan hermosa, ella estaba de acuerdo. Pero yo no podía entender.

Ella me dijo: "Sé que no puedes entender esto, las cosas terrenales no son como estas de acá. Esto es el Paraíso."

"Pero es que no puedo entender esto de estas mansiones. ¿Es tuya?

"Sí, es nuestra morada eterna."

"No puedo entender cómo es que yo tenga este privilegio de estar en un sitio como este."

Entonces ella en voz suave me habló: "Después de todos tus trabajos y faenas por los que tuviste que pasar en la tierra, ahora has venido a tu hogar a descansar. ¿Por qué no te sientas?

Di la vuelta para sentarme y allí había un sillón bien grande para mí. . . un sillón Morris. . . miré el sillón y entonces miré a Hope. Ella se sonrió y me dijo:

"Sé lo que piensas."

Le voy a decir lo que pensaba. Cuando nos casamos, no teníamos muebles, casi no teníamos nada en nuestro pequeño hogar. . . Sólo una cama plegadiza un poco vieja por cierto y nos la habían regalado. Una estufa que yo había pagado $1,25 por ella y tuve que comprarle unas parrillas para cambiarle las que tenía. Una alfombra de linóleo en el cuarto del frente. . . pero lo disfrutamos y éramos felices en él, porque teníamos verdadero amor.

Algo que yo siempre había anhelado tener era un sillón Morris. Yo trabajaba duro todo el día y por la noche predicaba, llegaba a casa tarde en la noche y por esto deseaba tener uno de estos sillones para descansar cuando llegaba del servicio.

Un día decidimos que podíamos comprar uno, entonces fuimos al pueblo, al otro lado del río y vimos algunos. El que compramos era color verde... Nunca lo podré olvidar. Me costó unos $15,00 dólares. Tuve que dar tres dólares de inicial y uno semanal.

Bueno, estuve pagando bien hasta que ya habíamos dado unos diez dólares, luego me vi un poco apretado y no pude seguirlo pagando. Uds. saben cómo uno se siente cuando no puede cumplir con sus compromisos, no pudiendo terminar la deuda que ha comenzado.

Un día le dije a ella: "Querida, vas a tener que llamarlos y decirles que vengan a buscar el sillón, porque ya nos hemos atrasado dos o tres veces, y nos han enviado un aviso, y yo no puedo hacer otro pago ahora. Tú sabes que tenemos otras deudas que pagar, así que tenemos que entregarlo."

Ella me dijo: "Yo no quiero hacer eso." Entonces lo tuvimos dos o tres días más. Recuerdo que una noche llegué a casa, venía del trabajo, y el sillón se lo habían llevado. Ella me amaba tanto, que me hizo un pastel de fresas tratando de que no me diera cuenta de lo que había sucedido, ella hizo todo lo que pudo para aliviar mis sentimientos. Me acuerdo cuando fui al cuarto a sentarme a descansar y el sillón ya no estaba allí, pasamos un rato llorando juntos. Ella era tan dulce.

Entonces parado allí en mi sueño, ella me dijo: " yo creo que tú recuerdas todo lo sucedido con el sillón. . . Bueno, este no te lo van a quitar.. . ya ha sido pagado. Siéntate y descansa." ¡Oh, qué feliz me sentía!

Sin duda alguna, Dios me dio la suficiente fuerza para seguir adelante. Yo predicaba y trabajé en diferentes trabajos, finalmente llegué a ser un guardabosque en Indiana, el mismo trabajo que tenía cuando el don vino a mí en el año 1946.

Dios me ha bendecido grande y preciosamente, por lo que humildemente le doy gracias. Por algunos años tuve que serle padre y madre a mi pequeñito, el que ella me había dejado. Más tarde el Señor me dio una humilde esposa y ahora tenemos una niñita.

 

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