CAPITULO VIII

 NOTABLE INCIDENTE PRECEDIENDO LA VISITA DEL ANGEL

 El tiempo se había acercado cuando Dios habría de revelarse personalmente al Hno. Branham, en tal forma que no sólo afectaría su ministerio, sino que tendría un efecto profundo en el mundo cristiano.

Sería una señal de la cual muchos hablarían mal, pero para los otros cientos de miles, sería motivo de regocijo y acciones de gracias a Dios, y a otros sería de inspiración, lo cual causaría un crecimiento del ciento por ciento en sus ministerios.

Ya hemos notado un número de cosas que precedieron la visitación del Angel a William Branham, y aún quedan otras que serán de singular interés apuntar, aún cuando el tiempo sólo nos permitirá mencionar unas cuantas más.

Uno de estos incidentes fue tan fuera de lo común, que debido a que el Hno. Branham ha hecho mención de él en algunas ocasiones, tomaremos nota de él en esta ocasión.

Ha sido un hecho bastante notable en las narraciones bíblicas, que mientras líderes religiosos han sido sumamente lentos en reconocer a una persona que ha sido especialmente comisionada de Dios (y en la mayor parte han fallado en reconocerlo), por otro lado demonios han reconocido sin ninguna demora a los tales.

En el primer milagro que tuvo lugar en el ministerio del Señor Jesús, de acuerdo al evangelio de Marcos, tuvo que ver con un testimonio muy raro, que provino de un espíritu inmundo.

Jesús había regresado a la ciudad de Nazaret a predicar el evangelio a los de su pueblo natal. Lejos estuvo de aquella gente el reconocer quién era Aquel notable personaje que se paseaba en medio de ellos, por el contrario se sintieron resentidos por su aparente cambio en su oficio, de carpintero a profeta.

Esta gente no lo pudo reconocer. Mas sin embargo un demonio que poseía a uno que estaba en su sinagoga, al ver a Jesús clamó a gran voz al entrar a Su presencia: "Ah, ¿Qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios."

De igual manera clamó el maniático de Gadara cuando se acercaba a Jesús:

"¿Qué tienes conmigo Jesús, HIJO DEL DIOS ALTISIMO?"

También Pablo, cuando comenzaba su trabajo misionero en Europa, en la ciudad de Filipo, en vez de recibir una bienvenida de profeta, fue tomado por manos ásperas y echado bien adentro en una prisión. Pero un espíritu inmundo en una mujer de aquel pueblo, no tardó en reconocer quienes eran Pablo y Silas, y a gran voz clamó diciendo: "Estos hombres son siervos del DIOS ALTÍSIMO, y os anuncian el camino de salvación."

Entonces no sería ninguna sorpresa que el don que había sido predestinado al Hno. Branham, fuese reconocido por espíritus de adivinación, aún cuando el Hno. Branham no había reconocido completamente el propósito de este don.

En una ocasión, mientras él pasaba por el lado de una astróloga, la mujer al verlo le hizo señal para que viniese donde estaba ella, pues deseaba decirle algo. Cuando él se le acercó, no sabiendo de qué se trataba, ella le dijo: "Oiga, ¿sabía Ud. que nació bajo una señal y que tiene un don de Dios?

Otras experiencias similares le acontecieron y le tuvieron preocupado por un tiempo, pero más tarde él entendió. Ni Cristo, ni Pablo aceptaron y tampoco le dieron ningún valor al testimonio de demonios, por el contrario, les ordenaron que callasen. Así también el Hno. Branham, no respalda ninguna clase de la así llamada seudo-ciencia de la astrología o ninguna clase de adivinación, aún cuando en muchos casos sus testimonios confirman el don de Dios. El Señor tiene muchos medios de vindicar sustancialmente a sus siervos, sin tener que valerse de la evidencia dada por demonios. Y por supuesto, la Biblia claramente denuncia el hecho de que los hijos de Dios consulten tales fuentes (Isaías 47:13.14).

Después de su conversión, el Hno. Branham vino a ser un ministro Bautista, fue ordenado por el Dr. Roy Davis de Jeffersonville, Indiana, y allí entró al ministerio activo. Al finalizar unas gloriosas reuniones bajo carpa, él estaba bautizando un grupo de conversos en el río Ohio, delante de una gran muchedumbre de gente que se había reunido a la orilla del río Ohio para presenciar este acto bautismal. Eran unos 130 conversos que iban a ser bautizados en un día muy caluroso de Junio.

Cuando el Hno. Branham ya estaba para bautizar el converso número diecisiete, él oyó una voz quieta y apacible que le dijo: "Mira hacia arriba. " Tres veces se repitieron estas palabras. Él miró hacia arriba y notó que del cielo se le acercaba una estrella muy brillante. Por supuesto, esta estrella no tenía cinco puntas, más bien era como una bola de fuego.

Pasados unos segundos la multitud miró hacia el cielo y ellos también pudieron ver esta bola de fuego que se acercaba y se posaba sobre la cabeza del Hno. Branham.

En la multitud, unos gritaron, otros corrieron sobrecogidos de terror, y otros cayeron de rodillas pidiendo a Dios misericordia; otros se desmayaron. De aquella Columna de fuego salió una voz que dijo: "ASI COMO JUAN EL BAUTISTA FUE ENVIADO A PREPARAR MI PRIMERA VENIDA, DE IGUAL FORMA TU HAS SIDO ENVIADO PARA PREPARAR MI SEGUNDA VENIDA." Entonces la estrella desapareció en el cielo. Este incidente creó tanto interés, que un reportaje del mismo fue publicado en un diario de la ciudad.

En otra ocasión el Hno. Branham estaba en una gran ciudad para celebrar tres noches de reuniones. El primero que pasó al frente para la oración fue un niño pequeño que había sido afectado por la grave enfermedad del polio. De repente el Hno. Branham se sintió enfocado por una luz brillante. Sorprendido por la rudeza del que enfocaba el reflector sobre él, abrió sus ojos, y he aquí una enorme estrella resplandeciente estaba frente a él. Recordando este incidente, él dice:

"Yo tiré al niño, o él brincó de mis manos. . . no sabía lo que había sucedido, porque me sentí como si todos los nervios de mi cuerpo hubiesen sido paralizados. Cuando el niño cayó al piso, sus pies se normalizaron y por primera vez en su vida caminó bajándose de la plataforma. Muchas otras cosas notables sucedieron aquella noche y muchos entregaron su corazón al Señor."

Cosas similares ocurrían con frecuencia en la vida del Hno. Branham. Por un tiempo él falló en obedecer la voz y el llamado de Dios, de ir adelante en este ministerio de liberación. Entonces fue cuando llegó el período negro de su vida, el cual ya se relató en capítulos anteriores. Cuando él perdió a su esposa y a su hija, un dolor seguía al otro.

Al fin él llegó al lugar donde se propuso rendir su corazón por completo y dedicar toda su vida al servicio de Dios, para hacer todo cuanto Su Señor le mandara.

Fue entonces cuando tuvo la visitación más sobrenatural que él haya recibido en su vida. Cuando el Angel en persona habría de visitarlo para darle una solemne comisión del Dios alto. La historia de esta experiencia tan tremenda será narrada en el capítulo siguiente por el mismo Hno. Branham.

 

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