PREFACIO

Es nuestro principal interés al publicar esta biografía del Hermano WILLIAM BRANHAM, dar a conocer más detalladamente la vida del Profeta de Dios. Por supuesto esto es solamente un relato de algunos acontecimientos sobresalientes en la vida de este Profeta Mensajero a la Iglesia de Laodicea; pues se necesitarían muchos libros para dar a conocer una historia completa y bien documentada de este profeta del Altísimo.

Este libro en su mayoría es una traducción del libro "A MAN SENT FROM GOD"; ha sido completado con información adicional sacada de las siguientes fuentes: "A PROPHET VISITS SOUTH AFRICA (Libro del viaje del Hno. Branham a Africa del Sur), "MY LIFE STORY" (Cinta magnetofónica del Hno. Branham), y finalmente el último capítulo es una traducción del relato del accidente y muerte del Profeta, por su hijo Billy Paul Branham, ante los hombres de Negocios en Tucson, Arizona.

La vida del Hermano Branham es por demás interesante y extraordinaria. Esperamos que sea de bendición y de gran ayuda espiritual a todo aquel que la lea.

 

 

INTRODUCCION

 

La historia de la vida de William Branham es tan fuera de este mundo y tan alejado de lo ordinario que de no haber sido por un sin número de documentos que prueban su veracidad y autenticidad, sería excusable si alguien la considerara increíble.

Pero son tan conocidos los hechos y de tal naturaleza, que pueden ser verificados por cualquiera que sinceramente se disponga a investigarlos. Estos documentos son testigos de la voluntad y propósito de que Dios quiso revelarse nuevamente al hombre, como lo hizo en los tiempos de los apóstoles y profetas.

La historia de la vida de este profeta - y sin duda que él es un profeta, aunque esta palabra no es muy usada por nosotros -ciertamente testifica que los tiempos bíblicos están aquí nuevamente.

El escritor es consciente de su escasa preparación literaria para describir propiamente este ministerio. No obstante ha sido ayudado grandemente debido a que gran parte de la historia es narrada en las propias palabras del Hno. Branham.

El estilo del Hno. Branham es claro y sencillo y posee en sí un encanto propio y único. Aun cuando él no se jacta de tener alguna preparación académica, su estilo, aunque tosco a veces, siempre es dramático y tiene distinción propia.

Conocer al Hno. Branham, es amarle. Su naturaleza es tierna y compasiva y sus sensibilidades reaccionan profundamente ante los sufrimientos y penalidades de los demás. Tanta ha sido su compasión por los enfermos y afligidos que muchas veces ha permitido que su salud sufra mientras ministra por horas en las filas de oración por los enfermos. Por un tiempo la carga de un mundo agonizante estuvo sobre sus hombros, hasta que Dios le hizo ver que esta responsabilidad él debía compartirla con otros.

Desde su regreso al ministerio, él ha estado de acuerdo con el consejo de los que laboran con él, y de no ir mas allá de lo que sus fuerzas físicas le permitan resistir. Sanidad Divina no hace al hombre inmortal, el mismo Jesús cargó con el peso del cansancio.

El Hno. Branham vive en un mundo muy diferente al que vive el cristiano común. En los negocios de esta vida, él es desinteresado y sencillo. No es su afán competir con aquellos que frecuentemente tratan de beneficiarse sutilmente de él. Por otro lado, en el mundo que él realmente vive, sus sentidos espirituales han sido vivificados en tal magnitud, que lo han capacitado para adentrarse profundamente en Dios y, por consiguiente, está más consciente de las realidades espirituales, quizás más que ningún otro hombre que actualmente viva.

Realmente él no trae ninguna doctrina nueva a la iglesia, sino una revelación fresca del poder de Dios y una verdad intrínseca de lo milagroso revelado en las Escrituras.

Junto con esta penetración espiritual, hay aún otra característica más en su ministerio que hace que sea tan querido por las multitudes que le oyen; esto es su sencillez y humildad. Nadie sentiría celo por la victoria alcanzada por uno que luchó ,por largo tiempo una batalla casi imposible de ganar y que la mayor parte de su vida no ha conocido otra cosa que las angustias de la pobreza y el dolor de ser privado aún de lo poco en esta vida, hasta el punto que pareció como si su alma hubiera sido desamparada y como si el mismo cielo hubiera conspirado contra él.

Damos gracias a Dios por lo que la providencia divina le ha recompensado y nos gozamos en sus victorias. Quizás en ningún otro ministerio, la muerte ha sido tan grandemente simbolizada como en el ministerio de William Branham.

El Hno. Branham reconoce sus limitaciones y a menudo pide excusas a su audiencia por su poca preparación académica. Inmediatamente y de buen humor hace mención de su humilde origen y su larga lucha contra la extrema pobreza en la cual él tuvo que levantarse.

En él no hay pretensión alguna, sólo cuando habla de su llamado no hay vacilación ni titubeos de ninguna clase. De esto él debe hablar en cumplimiento a la comisión que le fue dada por Dios. Su mensaje y su don deben ser conocidos por el mundo entero.

En cuanto a consideración de puntos doctrinales se refiere, eso es materia diferente. El no se considera un teólogo ni un árbitro en controversias teológicas. Aun cuando su influencia sobre las multitudes es mucha, él no usa de ella para inculcar sus puntos de vista doctrinales. Sobre ese particular él se ha visto obligado a repudiar tales intentos.

Su misión es la de UNIR AL PUEBLO DE DIOS, y no dividirlo más en controversias doctrinales. El conocimiento envanece, pero el amor edifica.

Ha sido su humildad y simplicidad la que ha hecho que grandes audiencias sean atraídas en dondequiera que él ha ido. Aun cuando al cumplimiento de su misión demanda que él ministre a grandes multitudes, ha sido siempre su deseo sincero de conservar la simplicidad en su vida. Bien sabe él que grandes hombres de Dios en el pasado perdieron el poder y la unción de Dios cuando la humildad y la sencillez comenzaron a faltar en sus vidas.

Cuando un hombre comienza a pensar que es grande y poderoso, entonces viene a ser pequeño delante de Dios. Mucho trabajo ha tenido el Señor en encontrar un hombre a quien El pueda bendecir y que aún se pueda mantener humilde y pequeño. La grandeza de un hombre está en su humildad y sencillez. "Sea humilde y sencillo siempre, nunca trate de ser un don alguien, por el contrario, trate de ser un don nadie para el mundo, entonces Dios le podrá usar", decía él.

Creemos que Dios en este hombre encontró lo que buscaba: humildad y sencillez. Mucho se podría hablar de la humildad y sencillez de este varón.

Tan rnarcada fue la manifestación de Dios en este hombre que en una ocasión él se vio obligado a abandonar el ministerio porque muchos comenzaron a creer que él era el mismo Jesucristo, llegando al punto de bautizarse en su nombre, cosa que él tuvo que reprochar y reprender severamente. El les dijo: "Si la presencia mía en el campo evangelístico ha de opacar la del Señor, entonces yo me retiro del ministerio y ustedes que han creído semejante mentira del diablo, serán responsables por las almas que se pierdan durante el tiempo que yo esté fuera del campo evangelístico".

Esto fue algo que lo hirió profundamente. ¿Acaso no fue ésta la misma actitud asumida por los siervos de Dios en el pasado?

El hecho de que él tenga que apartarse de las multitudes, no quiere decir que él trate de esquivar a la gente, sino más bien porque él ha encontrado que ésta es la única forma posible de continuar su ministerio. De no ser así, la mayor parte de su tiempo sería ocupado por el incontable público que busca su consejo en entrevistas personales. De ser así, no tendría tiempo suficiente para buscar al Señor y esperar en El.

Bien sabe él que si hay alguno que depende de la unción del Espíritu, ése es él. Sin esta unción él está indefenso ya que él no puede confiar en ningún otro don o talento humano, pues no tiene ninguno. Muchos no entienden esto y son desanimados al no concedérsele una entrevista personal. Es raro que pase un día sin que nadie tenga un mensaje que comunicarle.

Aun cuando él tiene que mantenerse viviendo en un mundo tan diferente para poder traer inspiración y bendición a los demás, no hay quien sea tan humano y comprensivo como el Hno. Branham. Su deseo por servir y complacer a los demás es fácil de notar. Tan grande ha sido este deseo por ayudar al necesitado, que temiendo hacer compromisos que luego no pueda cumplir, él ha tenido que poner en las manos de sus asociados el manejo de sus compromisos y negocios, para que así sean ellos los que arreglen todo en forma correcta, y él poder cumplir sus compromisos debidamente y llevar a cabo sus campañas.

Para conocer al Hno. Branham hay que conocer bastante de su vida. Según sabemos y como él también lo relata, su familia era la más pobre de aquel sitio donde ellos vivían. Para el tiempo que él se casó, la situación era bastante difícil económicamente.

Por mucho tiempo él tuvo que vivir sin tener ninguna clase de comodidades, ni aún las más comunes entre los pobres. En una ocasión él tuvo que entregar a una mueblería un sillón reclinable por no poder pagarlo. Por mucho tiempo él predicó en su tabernáculo sin aceptar salario alguno, por creer que la iglesia era demasiado pobre para pagar los gastos de sí misma y a la vez sostener a su familia.

Para cumplir con sus compromisos, él trabajaba de guarda-bosques, pero era de tan buen corazón que no le gustaba multar a nadie, aun cuando esa era su única fuente de ingresos.

Por tanto, él tenía otro trabajo, el de patrullar las líneas de alto voltaje, el cual podía desempeñar en conexión con el otro trabajo. Esto lo hacía él para poder sostener su familia.

En esta lucha él llegó a estar en íntimo contacto con el sufrimiento humano. Aun cuando Dios lo ha llamado para tan grande comisión, su compasión es intensa por aquellos que al igual que él tienen que caminar tan oscuro y solitario sendero del sufrimiento.

Hay todavía otra razón por la cual Dios escogió a William Branham para esta gran labor de unir a Su pueblo en un misrno Espíritu y una misma fe. El Señor sabía que él nunca intentaría comenzar una nueva organización, lo cual pudo haber hecho. A estas sugerencias nunca le prestó atención. Su misión no era la de comenzar una nueva organización. No era su visión ni su deseo formar una nueva organización, por el contrario él trataría de que el pueblo reconociera que son un cuerpo y se unieran en espíritu esperando el retorno del Señor

Hablando brevemente de su ministerio, el Hno. Branham ya no intentaba orar por toda la multitud. El había encontrado que sus limitaciones físicas le hacían imposible que él pudiera orar por cada persona individualmente. Solo oraba por un número limitado cada noche. Por supuesto esto no quería decir que los demás enfermos no podían ser sanados. A ellos se les exhortaba a ejercer su fe y recibir sanidad sin importar el sitio donde estuvieran sentados. Grandes fueron los resultados obtenidos. Incontables testimonios fueron recibidos de sanidades tales como cáncer, tuberculosis, tumores, etc. Una y otra vez el Hno. Branham declaraba las sanidades con anticipación, aun a personas sentadas atrás en la audiencia.

Otro gran propósito de las campañas del Hno. Branham era traer inspiración al ministerio, para que muchos con nueva visión fueran a sus iglesias y comenzaran un verdadero ministerio de liberación.

Mucho se ha usado de sustitutos para atraer gente a las iglesias hasta tal punto que la alabanza en las Iglesias ha sido sumergida a un nivel completamente humano, con el elemento sobrenatural completamente ausente. El ministerio de sanidad divina es el método divino de atraer las multitudes.

¡Cuán maravillosos han sido los ministerios nacidos entre nosotros, quienes luego de haber asistido a estas reuniones del Hno. Branham, han salido directamente a sus cámaras secretas para esperar en Dios hasta haber oído del cielo!

Aun los mismos cristianos han sido enriquecidos por lo que sus propios ojos han visto. La incredulidad y el escepticismo han sido retados y puestos a la vergúenza. Dios ya no es algo distante ni incierto, sino uno que está dispuesto a revelarse a los hijos de los hombres. Cuando el modernismo con su destructiva incredulidad se enfrenta a ese reto, es derrotado instantáneamente.

Vanas palabrerías y hueca oratoria no pueden engañar a una persona que ha podido ver la operación del poder de Dios en acción en forma tan convincente.

Nuevamente el hombre ha sido traído a la realización de que los tiempos bíblicos están con nosotros nuevamente y que la Biblia es cierta y el poder de Dios real. El cielo y el Infierno son reales.

Mirando un poco al pasado cuando el Hno. Branham tuvo aquella gran visitación, podríamos Señalar el 7 de mayo de 1946, cuando el ángel le apareció y entre otras cosas le dijo que si él permanecía fiel, este gran movimiento espiritual estremecería al mundo entero. Esta predicción la hemos visto cumplida plenamente.

¡Cuán maravilloso es el Señor! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!

Hay tanta semejanza entre la vida del Hno. Branham y la vida de los profetas del Antiguo Testamento, que no puede haber la menor duda en ninguna mente de que él es un profeta de Dios como lo fue Elías, Eliseo, Isaías, Jeremías y los demás que fueron reconocidos como profetas de Dios.

Otro propósito por el cual es escrito este libro es para que Dios le hable a través de él. Quiera Dios que al Ud. leer estos eventos sobresalientes de la vida de este hombre, también Ud. pueda ver que él fue un profeta. Por tanto, el mensaje que él trajo no fue de hombre, sino de Dios.

El Señor dijo en una ocasión: "¿No te he dicho que, si creyeres, verás la gloria de Dios?"

Para Dios sea toda la gloria y honra por los siglos. AMEN.

Febrero de 1950

enviado.jpg (28513 bytes)


Capítulo I - Capítulo II - Capítulo III - Capítulo IV - Capítulo V - Capítulo VI - Capítulo VII - Capítulo VIII - Capítulo IX - Capítulo X

Hosted by www.Geocities.ws

1