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Prohibiciones nocturnas



En el mes de abril de 2002 se celebró en la ciudad de México la XVIII edición del Festival del Centro Histórico. Organizado por el Instituto de Cultura, se llevaron a cabo en el denominado primer cuadro de la ciudad diferentes actividades culturales.
Pero paralelamente a la celebración oficial, l@s muchach@s de la revista Generación, una publicación especializada en la cultura alternativa, organizaron el denominado Festival Off.
Uno de los actos de ese Festival Off fue la celebración en el cabaret Bombay de una mesa redonda para abordar el tema de las prohibiciones nocturnas.
Dicen algun@s en esta ciudad que estamos viviendo una ola de represión contra cantinas, cabaretes y antros "de perdición" varios. Uno, que aun sin ser muy parrandero, desde siempre ha mostrado interés por las otras culturas, las que escapan del control de nuestros gobernantes, no podía de ninguna de las maneras perderse este singular evento.
Esta fue mi primera toma de contacto con algunos personajes de la noche chilanga y de lo que vi y escuché aquella tarde-noche del día miércoles 24 de abril de 2002 en el cabaret Bombay versa el siguiente relato.





    Mi primera tarea es descubrir dónde se encuentra el Bombay, pues en la nota de prensa por la que me he enterado del evento no lo indica. De modo que inicio mis averiguaciones preguntando a mis amig@s chilang@s, pero ell@s no me saben dar razón del lugar, señal inequívoca de que no son muy cabareter@s. En la Oficina de Turismo del Zócalo tampoco lo conocen pero me remiten al Infotur, el teléfono que proporciona información turística. Les hablo a l@s del Infotur pero todo indica que supone una ardua labor dar con el paradero del Bombay. Trece minutos trece son los que me tienen al auricular, mientras recibo indicaciones de "un momento", "la información está bajando"... Mi paciencia se va agotando al mismo ritmo que lo hace el saldo de mi tarjeta telefónica y le digo al cuate que me atiende que no es mi intención entregarle mi patrimonio a la compañía Telmex (Teléfonos de México) y que por favor continúe con sus averiguaciones pero yo le vuelvo a hablar al ratito.
    Me fumo un cigarrillo, me tomo una coca y tras aguardar un tiempo prudencial, vuelvo a hablarle. "Buenas y malas noticias", me indica. Primero las buenas, por favor. "Ya lo localicé señor. El cabaret Bombay se encuentra en el Eje Central Lázaro Cárdenas, en las cercanías de Plaza Garibaldi" ¿Y las malas? "El local se encuentra clausurado" me comunica antes de que le agradezca el empeño que ha puesto en lograr la información.
    La zona la conozco un tantito y es bien culera, pero con lo que me ha costado dar con la dirección del pinche cabaret, como para andarse con remilgos... Así que me aviento para allá con una mezcla de curiosidad y algo de temor por lo que allí pueda encontrarme.
    Mientras avanzo por Lázaro Cárdenas observo a los primeros mariachis que, mucho antes de llegar a la plaza, se encuentran en dura competencia ofertando sus servicios a los numerosos carros que pasan. Paseo con precaución por las inmediaciones de la plaza pero no logro avistar ningún letrero anunciando el dichoso Bombay. Decido preguntar a una pareja de mariachis con la confianza de que ellos, seres tunantes y parranderos donde los haya, sí me darán respuesta. Y efectivamente, sin vacilación me indican el lugar exacto donde se encuentra el antro ese. Me despido de ellos agradeciéndoles la información que me han facilitado y, después de recorrer tres cuadras, me encuentro frente a la puerta principal del local, que me recuerda a esos "clubes sociales" donde uno paga a cambio de la compañía de bellas señoritas.
    El interior del local no desentona. Mucho foquito de color rojo, el techo pintado de negro, luces de neón para señalizar los sanitarios, un escenario al fondo para la orquesta y una tarima central a modo de pista de baile, alrededor de la cual se distribuyen mesas y sillas. En las paredes cuelga una exposición fotográfica en blanco y negro dedicada a las reinas del Bombay.
    El inicio del evento está previsto para las ocho de la tarde pero a esa hora somos poquit@s l@s "osad@s" que nos hemos acercado hasta aquí y además el comité organizador parece entregado en ultimar los detalles finales. La espera es "amenizada" por una orquesta que, a pesar de la buena voluntad de sus integrantes, no consiguen ese sonido agradable que sin duda persiguen.
    En cuanto al público congregado: algún intelectual, algunas parejitas, algún lobo solitario, algún teporochito y sobre todo, much@ nostálgic@, pues no en vano son cincuenta los años en los que el Bombay ha estado al pie del cañón. Su actual propietario, desafiando la decisión gubernativa de clausurarlo, ha cedido el local para que l@s muchach@s de la revista Generación, pertenecientes a un colectivo que, como es norma en la mayoría de las grandes ciudades, agrupa a fieles defensores de la cultura alternativa, puedan organizar allí el evento.
    A las 20:30 horas, cuando el dolor hace amago de instalarse en mi cabeza debido a las notas discordantes de los chicos de la orquesta, uno de los organizadores tiene la deferencia de dirigirse al respetable para anunciar la presencia entre nosotr@s de La Conge (la Congelada de Uva), dizque el máximo exponente de la pornografía mexicana, así como el inicio en quince minutos del acto que allí supuestamente nos ha reunido, una mesa redonda.
    Poquito a poco el local se va llenando. Llega un tipo clavadito a Bud Spencer, ese gigantesco actor que se dedica a repartir mamporros por doquier en sus películas. Bud logra, no sin dificultad, colocar sus posaderas en una silla, pero rápidamente es requerido por un cámara de la revista Generación para realizarle una entrevista a la entrada del local. Luego me entero que mi amigo Bud es don Francisco Solís, alias Pancho Cachondo, diputado panista (del PAN, Partido de Acción Nacional, mismo del vaquero que nos gobierna, el señor Vicente Fox). El diputado, más famoso por sus correrías nocturnas que por sus actividades políticas, se convierte pronto en el rey del Bombay, eclipsando hasta a La Conge.
    Son casi las diez de la noche. Carlos, el presentador del acto, parece borracho. La gente charla distendidamente en las mesas del Bombay. La mesa redonda se resiste todavía a arrancar. Finalmente, los ponentes de esta conferencia magistral toman asiento. Además de los ya mencionados, Pancho Cachondo y La Conge, se encuentran entre nosotr@s el investigador Jesús Robles, la fotógrafa María Godet y el maestro Colín, "un bohemio de otra generación, viejo lobo de bar, cabrón, desmadroso y pedote", según su tarjeta de presentación.
    Carlos, el presentador, parece haberle agarrado gusto al micrófono porque no lo suelta. Con voz entrecortada denuncia el hecho de que en la ciudad de México esté prohibido consumir alcohol en la vía pública. Dice que si te sorprende la patrulla haciéndolo, ya te chingaste.
    El público comienza a impacientarse ante el discurso largo, pesado y vacío de contenido por parte del presentador. Un espontáneo, a quien le cuesta lo suyo permanecer erguido, lo interrumpe, le pide que deje ya de chingarnos a l@s presentes y ceda el micrófono a l@s invitad@s.
    Toma la palabra Jesús Robles, el investigador, quien denuncia en su breve intervención que la ciudad esté siendo invadida por una ola de clausuras y represión contra los lugares de entretenimiento nocturnos. Dizque debemos luchar por la autonomía y por el respeto para que cada uno tengamos el derecho de elegir lo que fumamos, lo que bebemos, con quién nos acostamos...
    Le corresponde el turno a La Conge, quien aquejada de un repentino sofocón, comienza a desnudarse ante el solaz de los machos chilangos allí presentes. Una vez que ha conseguido captar la atención del distinguido público, ataviada con un sostén y braguita minúsculos, se dirige a la barra donde agarra una bandeja repleta de chelas que reparte entre sus admiradores masculinos y sus compañer@s conferenciantes.
    La Conge nos platica sobre su experiencia en la Tecnogeist, fiesta de la música tecno recientemente celebrada en la ciudad y cuya marcha fue prohibida por las autoridades de la delegación Cuauhtémoc, por temor a los posibles disturbios que pudiera ocasionar el paso de l@s amantes de los ritmos electrónicos. Finalmente se celebró en el Zócalo capitalino un festival en el que pincharon numerosos disc-jockeys y que se extendió a lo largo de toda la noche. Dice La Conge que asistió a dicho festival, que se colocó en primera fila para hacer lo que a ella le gusta: brincar y ponerse hasta la madre de... bailar. Dice que en un momento dado, supongo que aquejada de otro sofocón, se desprendió primero de su suéter y después de su playera. Inmediatamente vio su cuerpo invadido por cientos de manos que le arrancaron los pantalones, las braguitas y la dejaron encuerada. No contentos con esto, alrededor de doscientos chavos banda, jalaron de ella y se la llevaron empujándola hacia las calles aledañas al Zócalo y... lo que a continuación nos cuenta La Conge pudiera parecer una película de ciencia ficción, aunque en este caso me temo que es real, no apta para menores, por lo que la obviaré.
    El mensaje que nos quiere hacer llegar La Conge es que la represión sexual que se vive en esta ciudad es la que conlleva a la violencia contra las mujeres. "Las calles han de ser algo más que lugares a recorrer para entrar y salir de nuestras guaridas", señala al final de su intervención.
    Un espontáneo borracho se levanta y se roba una de las botellas, no precisamente de agua, de la mesa presidencial en el momento en que le correponde tomar la palabra a Pancho Cachondo, quien ya luce un enorme habano en su boca. "¿Ya se están poniendo pedos? ¿S�?" son las primeras palabras que lanza el señor diputado, quien afirma que quiere dejar la política para dedicarse a su verdadera vocación, ser presentador de table dance. Con este término se conoce a los locales donde las señoritas bailan a la vez que se desnudan, mientras los espectadores les van colocando billetes en su minúscula ropa interior. En medio de ataques al gobierno de la ciudad (del PRD, Partido de la Revolución Democrática, la supuesta izquierda de este país) representado por Andrés Manuel López Obrador, discurre la intervención del panista, quien afirma que la libertad, el desmadre y el reventón no tienen partido político. Reivindica bares abiertos las 24 horas del día y "que agarren a los rateros y nos dejen a los borrachos". Anuncia a la concurrencia la próxima presentación de una ley de sexo-servidoras y manifiesta para finalizar que la noche para él está conformada por mil anécdotas de distinto tipo: sexuales, culturales y policíacas.
    La intervención del maestro Colín es breve y concisa. "Yo lo único que sé es que yo cojo, cojo, chupo, cojo, chupo y cojo"
    En el momento en que un nuevo espontáneo borracho agarra el micrófono y comienza con su verborrea particular, aunque resta la intervención de la fotógrafa, que pienso yo hablará mejor a través de sus instantáneas que de sus palabras, decido que ya es suficiente el material con que cuento para escribir mi relato, de modo que me marcho del Bombay con una sonrisa en el rostro y con la duda de si en verdad he asistido a una mesa redonda o a un monólogo de borrachos.



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