La cara de Marte ...

Los humanos, como otros primates, comos gregarios. Nos gusta la compañía de los demás. Somos mamíferos, y el cuidado paternal de los jóvenes es esencial para la continuación de las líneas hereditarias. El padre sonríe al niño, el niño devuelve la sonrisa y se forja o fortalece un vínculo. En cuando el niño es copaz de ver, reconoce caras, y ahora sabemos que esta habilidad está bien conectada en nuestro cerebro. Los bebés que hace un millón de años eran incapaces de reconocer una cara debolvían menos sonrisas, era menos probable que se ganaran el corazón de sus padres y tenían menos probabilidades de prosperar. Hoy en día, casi todos los bebés identifican con rapidez una cara humana y responden con una mueca.

Como efecto secuandario involuntario, la eficacia del mecanismo de reconocimietno de formas en nuestro cerebro para aislar una cara entre un montón de detalles es tal que a veces vemos caras donde no las hay. Reunimos fragmentos inconexos de luz y oscuridad e, incoscientemente, intentamos ver una cara. El hombre de la Luna es un resultado.

A veces es una formación geológica, como la del Hombre Viejo de las MOntañas de Franconia Notch, New Hampshire. Sabemos que, más que un agente sobrenatural o una antigua civilización que, por lo demás, no se ha descubierto en New Hampshire, es producto de la erosión y los desprendimientos de una superficie de roca. En todo caso, ya no se parece mucho a una cara. Están también la Cabeza del Diablo en Carolina del Norte, la Esfinge en Wastwater, Inglaterra, la Vieja en Francia, la Roca Vartan en Armenia. A veces es una mujer reclinada, como el monte Iztaccíhuatl en México. A veces son otras partes del cuerpo, como los Grand Tetons en Wyoming: un par de picos de montaña bautizados por exploradores franceses que llegaban por el oeste. (En realidad son tres). A veces son formas cambiantes en las nubes. A finales de la época medieval y en el Renacimiento, las visiones en España de la Virgen María eran "confirmadas" por personas que veían santos en las formaciones nubosas. (Zarpando de Suva, Fiji, vi una vez la cabeza de un monstruo realmente aterrador, con las quijadas abiertas, digujada en una nube de tormenta).

En algunas ocasiones, un vegetal o un dibujo de la veta de madera o la joroba de una vaca parecen una cara humana. Hubo una célebra berenjena que tenía un parecido enorme con Richard Nixon. ¿Qué deberíamos deducir de este hecho? ¿Intervención divina o extraterrestre? No. Reconocemos que hay gran número de berenjenas en el mundo y que, habiendo tantas, tarde o temprano encontraremos una que parezca una cara humana, incluso una cara humana particular.

Cuando la cara es un personaje religioso -como, por ejemplo, una tortilla que parece exhibir la cara de Jesús- los creyentes tienden a deducir rápidamente la intervención de Dios. En una era más escéptica que la mayoría, anhelan una confirmación. Sin embargo parece improbable que se produzca un milagro en un medio tan evanescente. Teniendo en cuenta la cantidad de tortillas que se han hecho desde el principio del mundo, sería sorprendente que no saliera alguna con unas facciones al menos vagamente familiares. Estos casos son muy diferentes al del llamado sudario de Turín, que muestra algo demasiado parecido a una forma humana para interpretarlo como una forma natural y que, según sugiera ahora la datación por carbono 14, no es el sudario de la muerte de Jesús sino una mistificación piadosa del siglo XIV, una época próspera y provechosa para la industria artesana de fabricación de reliquias religiosas fraudulentas.

Se han adscrito propiedades mágicas a las raíces del ginseng y madrágora, debido en parte a un vago parecido con la forma humana. Algunos brotes de castaño muestran caras sonrientes. Hay corales que parecen manos. El hongo oreja (también impropiamente llamado "oreja de judío") parece realmente una oreja, y en las alas de ciertas polillas puede verse algo así como unos ojos enormes. Puede ser que haya algo más que mera coincidencia; quizá sea menos probable que criaturas con cara -o critaturas que tienen miedo de depredadores con cara- engullan plantas y animales que sugieren una cara. El "palo" es un insecto con un disgraz de rama espectacular. Naturalmente, tiende a vivir sobre los árboles y alrededor de ellos. Su imitación del mundo de las plantas le salva de pájaros y otros depredadores y casi seguro que es la razón por la que esta forma extraordinaria fue lentamente moldeada por la selección natural darwiniana. Esos cruces de límites entre los reinos de la vida son enervantes. Un niño pequeño que vea un insecto palo puede imaginarse fácilmente un ejército de palos, ramas y árboles avanzando con algún ominoso propósito vegetal.

Se describen e ilustran muchos ejemplos de este tipo en un libro de 1979 titulado Parecido natural, de John Michell, en británico entusiasta por lo oculto. Toma en serio las afirmaciones de Richard Shaver, quien representó un papel importante en el origen del entusiasmo por los ovnis en Norteamérica. Shaver practicó cortes en las rocas de su granja de Wisconsin y descubrió, ecita en un lenguaje pictográfico que sólo él podía ver, aunque no entender, una historia total del mundo. Michell acepta también a pie juntillas las afirmaciones del dramaturgo y teórico surrealista Antonin Artaud, quien, en parte bajo la influencia del peyote, veía en las formas del exterior de las rocas imágenes eróticas, un hombre torturado, animales feroces y cosas así.

Michell nos muestra una fotografía del Sol tomada con rayos X que parece vagamente una cara y nos informa que "los seguidores de Gurdjieff ven la cara de su Maestro" en la corona solar. Deduce que innumerables caras en los árboles, montañas y cantos rodados son producto de una antigua sabiduría. Quizá algunas lo sean: es una buena broma, además de un símbolo religioso tentador, aspirar piedras de modo que, de lejos, parezcan una cara gigante.

Los canales de Marte

Quizá la declaración espuria más famosa de formas portentosas sea los canales de Marte. Observados por primera vez en 1877, al parecer fueron confirmados por una sucesión de astrónomos profesionales que miraban a través de grandes telescopios en todo el mundo. Se decía que existía una red de líneas rectas únicas y dobles que se entrecruzaban en la superficie de Marte con una regularidad geométrica tan misteriosa que sólo podía tener un origen inteligente. Se sacaron conclusiones evocadoras sobre un planeta abrasado y moribundo poblado por una civilización técnica antigua y sabia dedicada a la conservación de los recursos del agua. Se plasmaron mapas y se bautizaron ciertos canales. Pero, extrañamente, se evitaba mostrarlos en fotografías. Se sugería que mientras el ojo humano podía recordar los breves instantes de transparencia atmosférica perfecta, la placa fotográfica promediaba indiscriminadamente los pocos momentos claros con los muchos borrosos. Algunos astrónomos veían los canales. Otros muchos no. Quizá algunos observadores eran más brillantes que otros para verlos. O quizá todo el asunto fuera una suerte de ilusión perceptiva.

En gran parte, la idea de que Marte albergaba vida, así como la prevalencia de los "marcianos" en la ficción popular, deriva de los canales. Yo, por mi parte, me empapé de pequeño de esta literatura, y cuando me encontré como experimentador en la misión del Mariner 9 a Marte -primera nave espacial en órbita alrededor del planeta rojo- estaba muy interesdo en ver, naturalmente, cuáles eran las circunstancias reales. Con el Mariner 9 y el Viking pudimos trazar el mapa del planeta de polo a polo, detectando características cientos de veces más pequeñas que las que mejor se podían ver desde la Tierra. No encontré ni rastro, aunque no me sorprendió, de los canales. Había una cuantas características más o menos lineales que se habían deiscernido con el telescopio; por ejemplo, una falla de cinco mil kilómetros de largo que habría sido difícil no ver. Pero los cientos de canales "clásicos" que llevaban agua desde los casquetes polares a través de los desiertos áridos hasta las ciudades ecuatoriales abrasadas simplemente no existían. Eran una ilusión, una disfunción de la combinación humana mano-ojo-cerebro en el límite de resolución cuando miramos a través de una atmósfera inestable y turbulenta. El mito de los canales marcianos constituye una importante lección histórica.

En el caso de los canales, las misiones de las naves espaciales proporcionaron el medio de corregir nuestras malas interpretaciones. Pero también es cierto que algunas de las afirmaciones más persistentes de la existencia de formas inesperadas surgen de la exploración de las naves espaciales.

Empezando con el evocador informe de John Glenn sobre las "luciérnagas" alrededor de la cápsula espacial, cada vez que un astronauta decía ver algo que no se entendía inmediatamente, había quien deducía que eran "extraterrestres". Las explicaciones prosaicas -partículas de pintura de la nave que se soltaban en el entorno del espacio, por ejemplo- se rechazaban despectivamente. El señuelo de lo maravilloso ambota nuestras facultades críticas. (Como si un hombre convertido en Luna no fuera maravilla suficiente).

Durante la época de los aterrizajes lunares del Apolo, muchos aficionados -propietarios de pequeños telescopios, defensores de los platillos volantes, escritores para revistas aeroespaciales- estudiaron detenidamente las fotografías aportadas en busca de anomalías que hubieran pasado inadvertidas a científicos y astronautas de la NASA. Pronto hubo informes de letras latinas gigantes y números árabes inscritos sobre la superficie lunar, pirámides, caminos, cruces, ovnis resplandecientes. Se hablaba de puentes en la Luna, antenas de radio, huellas de enormes vehículos reptantes, y de la devastación provocada por máquinas capaces de partir los cráteres en dos. Cada uno de esos fenómenos, sin embargo, resulta ser una formación geológica lunar natural mal interpretada por analistas aficionados, reflejos internos en la óptica de las cámaras Hasselbland de los astronautas y cosas así.

Estas experiencias también proporcionan una buena advertencia: en un terreno complejo esculpido por procesos no familiares, los aficionados (y a veces incluso los profesionales) que examinan fotografías, especialmente cerca del límite de resolución, pueden encontrarse con problemas. Sus esperanzas y temores, la emoción de posibles descubrimientos de gran importancia, pueden vencer el enfoque escéptico y precavido propio de la ciencia.

Si examinamos las imágenes disponibles de la superficie de Venus, de vez en cuando aparece a la vista una forma peculiar del paisaje, como por ejemplo un retrato de Stalin descubierto por geólogos norteamericanos que analizaban las imágenes de radares orbitales soviéticos. Nadie mantiene, supongo, que unos stalinistas recalcitrantes hubieran manipulado las cintas magnéticas, o que los antiguos soviéticos estuvieran involucrados en actividades de ingeniería a una escala sin precedentes y hasta ahora sin revelar sobre la superficie de Venus... donde toda nave espacial que ha aterrizado ha quedado frita en el plazo de una o dos horas. Toso los indicios señalan que este fenómeno, sea lo que sea, se debe a la geología. Lo mismo ocurre con lo que parece ser un retrato de Bugs Bunny sobre la luna de Urano, Ariel. Una imagen del telescopio espacial Hubble de Titán en el infrarrojo cercano muestra nubes configuradas de modo que parecen una cara sonriente de las dimensiones del mundo. Cada científico planetario tiene su ejemplo favorito.

La cara de Marte

Marte es mucho más clemente que Venus, aunque las sondas de aterrizaje Viking no proporcionaron ninguna prueba convincente de vida. Su terreno es extremadamente heterogéneo y variado. Con más de cien mil fotografías disponibles, no es sorprendente que a lo largo de los años se hayan observado fenómenos inusuales en Marte. Por ejemplo, hay una alegre "cara feliz" dentro de un cráter de impacto de Marte que tiene ocho kilómetros de lado a lado, con una serie de marcas radiales por fuera que hacen que parezca la representación de un Sol sonriente. Pero nadie afirma que eso haya sido contruido por una civilización avanzada (y excesivamente ingeniosa) de Marte, quizá para atraer nuestra atención. Reconocemos que cuando objetos de todos los tamaños caen del cielo, la superficie rebota, se desploma y vuelve a configurarse después de cada impacto, y cuando el agua antigua, los torrentes de barro y la arena moderna trasportada por el viento esculpen la superficie, deben de generarse una gran variedad de paisajes.

En Marte hay algunas montañas pequeñas que parecen pirámides. En la alta meseta del Elisio hay un grupo de ellas -la más grande mide varios kilómetros en la base-, todas orientadas en la misma dirección. Estas pirámides del desierto tienen algo gantasmagórico y me recuerdan de tal modo la meseta de Gizeh en Egipto, que me encantaría examinarlas más de cerca. Sin embargo, ¿es razonable deducir la existencia de faraones marcianos?

Hay un lugar en Marte llamado Cidonia donde se encuentra una gran cara de piedra de un kilómetro de ancho que mira hacia el cielo sin pestañear. Es una cara poco amistosa, pero parece reconociblemente humana. Según algunas descripiciones, podría haber sido esculpida por Praxísteles. Yace en un paisaje con muchas colinas bajas moldeadas con formas extrañas, quizá por alguna mezcla de antiguos torrentes de barro y la erosión del viento subsiguiente. Por el número de cráteres de impacto, el terreno circundante parece tener al menos una antigüedad de cientos de millones de años.

Fue encontrada por una de las sondas orbitales Viking en 1979. La desafortunada declaración de un oficial del proyecto desestimando la figura por considerarla un efecto de luces y sombras provocó la acusación posterior de que la NASA estaba encubriendo el descubrimiento del milenio. Unos cuantos ingenieros, especialistas informáticos y otros -algunos de ellos contratados por la NASA- trabajaron en su tiempo libre para mejorar digitalmente la imagen. Quizá esperaban revelaciones asombrosas.

"La Cara" de Marte se compara a "caras similares... construidas en civilizaciones de la Tierra. Las caras miran hacia el cielo porque miran a Dios". O se dice que fue contruida por los supervivientes de una guerra interplanetaria que dejó la superficie de Mare (y la Luna) picada de viruelas y asolada.

Más recientemente se ha especulado acerca de la relacaión entre los "monumentos" de Marte y los "círculos en las cosechas" de la Tierra; la existencia de suministros inextinguibles de energía en espera de ser extraídos de máquinas marcianas antiguas, y el intento de encubrimiento de la NASA para ocultar la verdad al público americano. Esos pronunciamientos van mucho más allá de la mera especulación imprudente sobre formaciones geológicas enigmáticas.

Cara de Marte

Si estudiamos la imagen original con más atención, encontramos que un "orificio de la nariz" colocado estratégicamente -que aumenta en gran medida la impresión de una cara- es en realidad un punto negro que corresponde a datos perdidos en la transmisión de radio de Marte a la Tierra. La mejor fotografía de "la Cara" muetra un lado iluminado por el Sol, el otro en combras profundas. Utilizando los datos originales, podemos potenciar severamente algo bastante impropio de una cara. "La Cara", en el mejor de los casos, es media cara. A pesar de la falta de aire y de las palpitaciones de nuestro corazón, la esfinge marciana parece natural... no artifical, no una imagen muerta de una cara humana. Probablemente fue esculpida mediante un lento proceso geológico a lo largo de millones de años.

Carl Sagan

Un soplo de eternidad

Principal | Libro de Visitas | Lectores
Mis cosas | Mi familia | Mis relatos | Carta a mis hijos
2002 | 2003 | 2004 | 2007
S.O.S. | Camilo Correa | Reglas no escritas | Confusión fatal | Fatal decisión | El hombre... | Mensaje descifrado | El funeral
Teoría | Historia | ss. XI-XIII | ss. XIV-XVI | Siglo XVII | Siglo XVIII | Siglo XIX | Siglo XX | Siglo XXI
Teoría | Orígenes | Siglo XIV | Siglo XV | Siglo XVI | Siglo XVII | Siglo XVIII | Siglo XIX | Siglo XX | Biografías
Universo | Sistema Solar | Tierra | Filosofía | Pedagogía | Psicología | Historia | H. Ciencias | H. Arte | Biografías
Literatura de los lectores | Música | Libro de Visitas
subglobal8 link | subglobal8 link | subglobal8 link | subglobal8 link | subglobal8 link | subglobal8 link | subglobal8 link

Relatos varios

José C. Martínez Nava
Mis cosas | Recomendado | Lo nuevo | Contáctame | ©2007 Un soplo de eternidad

Hosted by www.Geocities.ws

1