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                                    Roberto Clemente, su vida... (I)

Roberto, Vera, Luisa

Este reportaje que pongo a consideración de Uds. es gracias a la colaboración de un amigo Alejandro Herrera, gran fanatico del béisbol.  Es una especie de Biografía bastante amplia que escribió hace unos años un periodista llamado Juan Vene. Más que una Biografía nos hace ver el lado humano de este gran beisbolista latinoamericano. Esta historia tiene datos muy interesantes, y por lo que se ve salen del libro escrito por Bruce Markusen llamado "Roberto Clemente: The Great one".. Narra sus inicios jugando softbol, su  primer desengaño cuando se fue a jugar con los Dodgers. Su pase a los Piratas, su primer hit, y su primer jonron, su matrimonio, su muerte.

Dada su extensión está dividido en XIV capítulos:

 

CLEMENTE, EL NIÑO POBRE ASEDIADO POR LO TRÁGICO.

            “Cada vez que uno tiene la oportunidad de hacer algo por alguien que lo necesita, y no se hace, se está perdiendo el tiempo en este planeta”... ROBERTO CLEMENTE.

            Roberto Clemente fue el ultimo de los ocho hijos de Luisa Walker, cuyo primer esposo falleció antes de que llegaran a la edad de adolescentes Luis, Oquendo y Luisa María, los mayores de la familia.

            Del segundo matrimonio de Luisa, con Melchor Clemente, vinieron al mundo Matino, Andrés, Oswaldo, Ana Iris y Roberto.

            Ana Iris murió trágicamente, cuando apenas estaba en sus cinco años de edad, porque en uno de los fogones de la cocina de la humilde casa, su trajecito tomó fuego, y no pudieron auxiliarla a tiempo.

            Otra muerte tempranera en la familia fue la del mayor de estos ocho hijos, Luis, a quien le descubrieron cáncer en el cerebro, ante el cual los médicos se declararon incapaces. Dijeron que no valía la pena operar. Murió poco antes de la hora de año nuevo de 1954, justo cuando Roberto se preparaba para su debut en las Grandes Ligas, ocurrido en Abril del ‘55, con los Piratas.

            Además, Roberto sufrió un aparatoso accidente de tránsito tres días antes de la muerte de Luis. Había ido a visitarlo al hospital donde estaba en San Juan, y ya de regreso a su casa, al pasar una esquina, otro vehículo, conducido por un ebrio se pasó del semáforo en rojo y le llegó de frente contra la puerta del chofer. Clemente sufrió tales lesiones en tres discos de la columna vertebral, lo que le causaron severos dolores durante el resto de su vida. Por eso tuvo que ser atendido a diario por los trainers. Inclusive, después de los 30 años, tuvo que permanecer algunas veces sin jugar por esa dolencia.

            Tal calamidad fue lo que produjo que generalmente, antes de cada turno al bate, movía la cabeza en rotación, a veces estirándola a los lados, con lo cual lograba calentar los músculos de la espalda y de la cintura, hasta calmarse un poco.

            De niño, Roberto Clemente conoció de cerca la pobreza. Sin embargo, solía decir con orgullo visible...: “Siempre tuve alguna ropa que ponerme y siempre hubo comida para todos en nuestra mesa”.

            Melchor, ya de 54 años de edad cuando nació Roberto, ganaba 45 centavos de dólar diarios como capataz en un ingenio azucarero de Carolina, en las afueras de San Juan, donde vivían y donde nació Roberto. No era dinero suficiente para alimentar las diez bocas del hogar, para vestirlos, ni para enviar a la escuela a los ocho muchachos. Por eso Luisa ayudaba. Tenía dos trabajos. Una vez Clemente contó...:  

            “Mi mamá se vio obligada a trabajar muy duro... Se levantaba a la una de la madrugada, porque le preparaba la comida del mediodía a todo el personal de las siembras de caña (de azúcar) donde trabajaba papá. Y por el día lavaba ropa de otras familias. Por eso, ella nunca supo lo que era diversión, ni siquiera una película. Y tampoco aprendió a bailar, lo que hacían casi todas las muchachas de su época... La única vez que salía de casa era cuando nos llevaba a los servicios de la Iglesia Bautista del pueblo”.

            Y hablando de su papá decía...: “Fue un hombre muy serio, pero cariñoso con nosotros, quien nos inculcó desde niños que el amor puede lograrlo todo en esta vida, por lo que debe ser la base de la existencia. Tenía una ética muy seria por el trabajo, y predicaba también la disciplina y la lealtad”.            

            Igualmente solía comentar Roberto...: “Mis padres lo hicieron todo por mí, por enseñarme el amor al prójimo y cómo comportarme con los demás. Nunca oí a papá ni a mamá levantar sus voces en casa. Jamás supe de odios en nuestro hogar”.  

            En más de una oportunidad, la buena Luisa acarició la cabeza de su niño Roberto diciéndole...:  

            “Hijo querido... No quiero verte perder el tiempo jugando pelota por ahí en vez de estudiar. Eres buen estudiante y me parece mal que dejaras de serlo antes de convertirte en ingeniero. Con esa profesión podrías ayudar a la gente en todo el mundo, a toda la sociedad internacional”.  

            Pero ella advertía, a través de su instinto de madre, que el muchacho solamente deseaba hacerse pelotero profesional. Para eso, antes de llegar a la edad de ir a la escuela, ya jugaba béisbol durante todo tiempo libre después de la escuela.  

            “Recuerdo que cuando Roberto apenas tenía cinco años de edad, guardaba cuanto centavo de dólar caía en sus manos hasta tener lo suficiente con que comprar pelotitas de goma. Y con ellas jugueteaba todo el tiempo, pegándolas contra las paredes y los techos”, recordó Luisa en octubre de 1960, mientras su hijo jugaba su primera Serie Mundial.  

Estatua de Roberto Clemente en 
Three Rivers Stadium.
Dedicatoria en la estatua

Ver también: Roberto Clemente (Biografía)   
                          
Roberto Clemente W. "El Angel Pirata"
                           Puerto Rico Perfil: Roberto Clemente
                    Roberto Clemente, un pirata especial
                    Béisbol en Puerto Rico

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