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Roberto Clemente, su vida...
LA SERIE MUNDIAL DE 1971 Y NUEVE
NEGROS JUNTOS
“Hay muchos dispuestos a hacerse presentes donde hay felicidad, pero muy
pocos donde hay dolor”... Roberto Clemente. El año cuando Roberto Clemente sintió que al fin le reconocían su calidad, fue 1971 Y
los Piratas ganaron entonces hasta la Serie Mundial a los Orioles en siete
juegos, y él resultó el más valioso de ese evento, porque bateó para
414 con dos jonrones y cuatro carreras impulsadas, y a la defensiva estuvo
enorme, especialmente en su tiros desde el rightfield. En la temporada había
bateado para 341. Y en el playoff frente a los Gigantes,
para 331. Fue
también el año cuando el manager Danny Murtaugh preparó una alineación
que fue noticia resaltante en todo el mundo del béisbol. En la tarde del
primero de septiembre, los Phillies llegaron de visita a Three River
Stadium, con el zurdo Woodie Fryman listo para lanzar. Los nueve Piratas
que le enfrentaron, incluido Clemente, no solamente eran todos derechos,
sino también negros...: Rennie Stennett, 2B... Gene
Clines, CF... Roberto Clemente, RF... Willie Stargell, LF... Manuel
Sanguillén , C... Dave Cash, 3B... Al Oliver, 1B... Jacinto Hernández,
SS... Dock Ellis, P, quien lanzaba a la zurda y bateaba a los dos lados
del home. Nunca antes en las mayores se había confeccionado una alineación
así, sin un blanco. “No,
no, no lo hice porque fueran todos negros” dijo después Murtaugh. “Ni
siquiera me di cuenta de eso. Simplemente traté de poner en el terreno el
mejor equipo posible”. Los
Piratas eran favoritos para ganar también en 1972. Y llegaron al playoffs
con récord de 96-59. Roberto estuvo fuera de juego en 60 oportunidades
por sus crónicas dolencias en la cintura. Pero sin embargo en sus 102
juegos terminó con promedio al bate de 322, sacó 10 jonrones, trajo 60
carreras, anotó 68, disparó en el proceso su hit número tres mil, un
doble frente a Joe Maltack de los Mets, y gano su décimo segundo Guante
de Oro de su carrera de 18 campañas. Pero
los Rojos le ganaron la serie por el campeonato en cinco juegos, por lo
que Clemente regresó a Puerto Rico más temprano de lo que suponía, a
comienzos de octubre. Por
eso, en noviembre encabezaba el equipo puertorriqueño de béisbol
aficionado, que enviaban a la Serie Mundial de ese nivel en Nicaragua.
Esta Serie la ganó Estados Unidos, con Ron Fraser como manager. Roberto
y su esposa Vera hicieron buenos amigos nicaragüenses.
“¡Esa gente es extraordinaria!” declaró él cuando regresó a
San Juan, “nos trataron como si fuéramos viejos amigos de ellos. Hay
que volver a Nicaragua”. Y
se le presentó pronto la
posibilidad, que para él era una necesidad, de regresar. El 23 de
diciembre la tierra tembló en Managua y alrededores con tal furia, que más
de siete mil personas
perdieron la vida y otras 250 mil quedaron en la calle. Roberto
se sintió directamente afectado. Cuenta Vera que al enterarse estuvo
durante largos minutos sumido en silencio , sentado y reclinado sobre la
mesa del comedor. “Como si lloraba” ha dicho ella. De pronto, pareció
haberse recargado de sus energías de siempre, se incorporó y dijo...:
“¡Hay que hacer algo!... ¡¡Alguien tiene que hacer algo!!”. Lo
que hizo fue reunirse con el animador de televisión Luis Vigoreux
y la cantante Ruth Fernández, dos de los personajes más populares
de la farándula puertorriqueña para la fecha. Y se dedicaron a recoger
ayuda. “Perdimos
en el terremoto varios buenos amigos” cuenta ahora Vera, “porque habíamos
conocido muy buenas personas allá”. Clemente
trabajó durante la víspera de Navidad, también el día de Navidad y el
26 cerca de 20 horas diarias, pidiendo la solidaridad de los boricuas para
con los angustiados sobrevivientes de Nicaragua. Nunca hubo tiempo, quizá
tampoco ánimo, para abrir los regalos de fin de año que le hicieron esa
vez. Pero
el comité recogió más de 150 mil dólares en efectivo, y más de 26
toneladas de ropas, comidas, medicinas y otro útiles que iban almacenando
en el estadio Hiram Bithorn, de Santurce. De
paso, Roberto contrató en Miami un avión para tres viajes a Managua por
11 mil dólares, y con el fin que llevara ese cargamento a su destino.
Además mando auxilios también en un barco. Desde el primer vuelo, él
quiso ir en el avión, pero Vigoreaux y Ruth le habían quitado la idea,
diciéndole que ese aparato no parecía estar en las mejores condiciones.
Ver también: Roberto
Clemente (Biografía)
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